A. B.

Las bodegas españolas prevén una caída de ventas de entre un 35% y un 50% si la "guerra comercial" continúa y los aranceles al vino impuestos por Estados Unidos se mantienen seis meses más. La Federación Española del Vino (FEV) ya registró una caída en su facturación en noviembre.

En concreto, casi el 90% de las bodegas del conjunto de España reconocen en un cuestionario realizado por esta federación que les afectan "gravemente" los aranceles adicionales impuestos por el gobierno de Donald Trump al vino europeo como represalia por el caso contra Airbus en la Organización Mundial de Comercio.

El mercado norteamericano es el tercer destino de exportación de los vinos españoles. Allí se venden el 26% de las botellas españolas que salen fuera de la Unión Europea, y afecta tanto a bodegas grandes como medianas y pequeñas, según los datos de la FEV.

Ahora, la entrada de esos vinos en Estados Unidos está gravada con un arancel adicional del 25%, y el precio final de la botella para el consumidor se ha encarecido entre un 15% y un 25%, con la consiguiente caída de las ventas desde que comenzara esta situación en el mes de octubre. Sin embargo, un tercio de los productores ha optado por absorber este incremento reduciendo el margen de beneficio propio o repartiendo esta carga entre ellos, el importador y el distribuidor.

El futuro próximo se muestra incierto, con la posibilidad de que Trump redoble el ataque aumentando la cuantía del arancel o ampliándolo a otras categorías, y algunas empresas españolas se plantean su salida del mercado estadounidense si esto sucediese, especialmente las de menor tamaño.

Cabe recordar, que por ahora muchos vinos de Toro se libran del arancel porque no rebasan los 14 grados de alcohol, pero algunos de los productos de la zona -como blancos o rosados- sí están sujetos a las tarifas para acceder al mercado americano. Si la extensión del arancel trae un aumento de la cuantía, esto no afectaría tanto a los bodegueros de la DO toresana tanto como una hipotética ampliación del arancel a otras categorías, entre las cuales podrían estar los vinos de graduación inferior.

Ante esta situación en el mercado exterior, el consumo de vino en España parece estancarse. La institución educativa EAE Bussiness School ha publicado un informe sobre la evolución del sector vitivinícola en 2018 que refleja que el consumo de vino per cápita descendió en tres años de los 13,40 litros por persona a los 11,26 litros, entre 2015 y 2018. Dicha caída ha sido muy similar tanto fuera como dentro de los hogares, si bien ha sido ligeramente superior la caída del consumo extradoméstico (1,2 litros menos) que en el vino que se bebe en casa (1,0 litros menos).

El descenso del consumo fuera de casa -como en bares y restaurantes- fue del 6,3% en ese periodo de tres años, frente al 2,4% del descenso del consumo en los hogares.

Paradójicamente, el gasto en vino por habitante ha crecido. Es decir, bebemos menos, pero optamos por vinos de mayor importe. Así lo refleja el hecho de que en 2008 cada español gastó una media de 20,61 euros en vino, frente a los 22,91 euros de 2018, lo que supone un crecimiento acumulado anual del 1,1%.

En Castilla y León el gasto por habitante en vino es sensiblemente inferior a la media nacional, concretamente de 16,92 euros en 2018, es decir, un 26,5% menos que el español medio. Solo Murcia, La Rioja, Castilla-La Mancha y Extremadura están por debajo de Castilla y León en gasto per cápita en vino. Quienes más invierten en comprar vino son los habitantes de las Islas Baleares, con 40,31 euros por habitante al año.

"El hecho de que el gasto en vino por habitante haya crecido frente a la caída en el consumo per cápita parece indicar un desplazamiento hacia vinos de mayor calidad, ya que el PVP (Precio Venta al Público) no ha experimentado grandes oscilaciones como consecuencia tanto de la crisis económica como del notable aumento de la oferta", indica Mariano Íñigo, profesor de EAE Business School y autor del estudio.

"Asimismo, también es debido a que el consumo de este producto en España es realizado cada vez más por una mayor proporción de personas de mayor edad y, por tanto, de mayor poder adquisitivo, quienes seleccionan mucho más el tipo de producto a consumir dado que pueden pagarlo. Esto último supone, a su vez, una de las mayores amenazas para el sector del vino en nuestro país, ya que de prolongarse la caída de su consumo entre los jóvenes podría ver comprometidos los volúmenes y valores actuales", añade Íñigo.

En 2018, volvió a alcanzarse la cifra récord de producción mundial de vino, lo que ha supuesto un incremento sobre la del año anterior del 17,3%, una tendencia que no continuó en 2019 debido a condiciones meteorológicas adversas. España es el tercer país productor mundial con un 15,2%, por detrás de Italia (18,8%) y Francia (16,6%). Sin embargo, España lidera las exportaciones mundiales de vino con el 19,6% del total y se sitúan por detrás Italia con un 18,3% y Francia con un 13,1%, pero cae en tercer lugar en cuanto a valor.

Si se tiene en cuenta el valor de los vinos exportados, ganan los franceses con 29,4% de la cuota, mientras que en España cae al tercer puesto con un 9,2%. Italia permanece en segunda posición con un 19,4%.

Esto se debe a que los franceses exportan vinos de precios muy elevados -sobre todo espumosos, el famoso Champagne- mientras que en España aún se exporta mucho vino a granel. No es el caso de la DO Toro, que vende vinos embotellados de gran calidad, y aun así en muchas ocasiones más baratos que los producidos en Francia.

El país del mundo que más vino consumo es Estados Unidos, que se bebe el 13,4% de la producción mundial, seguido de cerca por Francia con un 10,9%. España está en octava posición con un 4,3%