Abandonado a su suerte en el palacio de los Condes de Requena, el reloj que marcó el ritmo de vida de los toresanos durante varias décadas se ha salvado in extremis de convertirse en chatarra. El empeño del Ayuntamiento en recuperar todos aquellos emblemas que aportan identidad a la ciudad ha sido clave para impulsar la restauración del antiguo reloj que alojaba uno de los cuerpos de la Torre del Reloj de Toro. El experto joyero y relojero, Gaspar Pérez, ha dirigido a su hijo, Roberto Pérez Blanco, en la ejecución de los trabajos de restauración de la máquina que, durante años, fue la única referencia horaria para muchos toresanos. La maquinaria, como apuntó Pérez, data del año 1948 y fue construido por Manufacturas Blasco, empresa asentada en la localidad de Roquetas (Tarragona) y que se especializó en la fabricación de relojes públicos para diversas construcciones de la geografía nacional. Tras su instalación en el Arco del Reloj, Gaspar Pérez, se encargó durante 20 años de mantener la maquinaria y vigilar su correcto funcionamiento para lo que, cada dos días, tenía que subir al cuerpo de la torre, al que accedía a través de 114 escalones, para añadir al mecanismo unas gotas de aceite y, aunque propuso dotar al reloj de unos motores y de otra campana para diferenciar las horas de los cuartos, la idea no fue aceptada.

Hace 25 años, el Ayuntamiento decidió sustituir el reloj del monumento por otro eléctrico y el olvido lo relegó al ostracismo, a pesar de que "funcionaba perfectamente", como así lo certifican diferentes documentos. Recientemente, el reloj ha sido rescatado del palacio de los Condes de Requena, aunque sus piezas habían sido desmontadas y presentaban un notable deterioro, lo que ha dificultado los trabajos de rehabilitación. En una primera fase, Pérez sometió a las piezas a un exhaustivo trabajo de limpieza con el objetivo de eliminar el oxido y restos de aceite y, en una etapa posterior, procedió a su montaje que ha tenido que encajar con la precisión que requiere un puzle. Del mismo modo, el joven relojero ha reconstruido la estructura a la que se había acoplado el reloj, estructura que ha tenido que limpiar en profundidad y aplicar una pintura similar a la original.

El antiguo reloj fue fabricado en bronce y conservaba los módulos superiores o la cuadratura de las dos esferas. A diferencia del que en la actualidad marca las horas en la esbelta torre, el que ha sido recuperado funcionaba, como apuntó Pérez, "con dilatación y contracción de metales" por lo que durante el verano, cuando el metal se dilata se retrasaba y en invierno, al encoger, se adelantaba. Para solucionar este desfase, a la péndola se acopló un sistema que se regía con una moneda, de tal manera que en invierno se subía para que el reloj fuera más rápido y en verano se bajaba para ralentizar su funcionamiento. La maquinaria cuenta con las mismas ruedas y palancas que un reloj de carrillón de pared, aunque la diferencia radica en su gran tamaño. Pérez alabó la decisión del Ayuntamiento que, no ha solo ha promovido la restauración del reloj, sino que también tiene previsto exponerlo sobre su estructura original en un edificio municipal. La recuperación del reloj forma parte del homenaje que, durante este año, el Ayuntamiento tributa a la Torre del Reloj para conmemorar el 300 aniversario de su construcción.