Los toresanos rindieron ayer su particular homenaje a los hombres y mujeres del campo que, con su esfuerzo, han logrado convertir al vino de Toro en uno de los mejores embajadores de la ciudad y en el protagonista indiscutible de la Fiesta de la Vendimia, declarada de Interés Turístico Regional. Miles de visitantes se congregaron ayer en las calles de Toro para disfrutar del tradicional desfile de carros engalanados a la antigua usanza que recrea la fiesta con la que los jornaleros de otras épocas celebraban el fin de la campaña de vendimia y regresaban a sus hogares tras arduas jornadas de trabajo en el viñedo, dedicadas a la recolección del preciado fruto del que se extrae el mosto con el que se elaboran los afamados vinos de la tierra. En otras épocas, los vendimiadores se trasladaban en carros tirados por animales a las parcelas de los propietarios de las vides que debían recolectar. Para su estancia provisional lejos de sus hogares, los jornaleros llenaban sus carros de alimentos consistentes como torreznos, embutidos, queso, tortilla o pan que maridaban con vino tinto y que les permitían recuperar fuerzas tras largas sesiones de trabajo, aunque también portaban los utensilios de cocina básicos con los que preparar almuerzos y cenas.

Una vez concluida la campaña de recolección de la uva, los vendimiadores regresaban exultantes a sus hogares con los carros repletos de grandes cestos de racimos de uvas. En esencia, el desfile de carros engalanados a la antigua usanza recreó ayer en Toro el regreso festivo de los jornaleros de hace décadas, a los que emularon a la perfección ataviados con las prendas que, en otras épocas, se utilizaban para las tareas de recolección del fruto.

Así, los hombres que acompañaban a los 45 carros participantes tirados por burros lucieron pantalón de pana, fajín, blusón, boina y alpargatas, mientras que las mujeres se vistieron con faldas, camisas, zapatillas y pañuelos con los que proteger su cabeza de los rayos de sol. La plaza de San Francisco fue una edición festiva más el punto de encuentro de los participantes en el tradicional desfile que, amenizado por grupos de música tradicional y bailes populares, completó el recorrido por Rejadorada, calle el Sol, plaza de Santa Marina y Puerta del Mercado para concluir en la Plaza Mayor, en la que miles de personas esperaban el paso de los carros engalanados con cestos repletos de uvas y de otras viandas. Durante el recorrido, otros participantes portaron las pesadas cestas que, en otras épocas, eran utilizadas para transportar y guardar los alimentos que los vendimiadores consumían en el campo.

Aunque muchos de los participantes en el desfile compartieron vino y su almuerzo con el numeroso público que se congregó a lo largo de todo el recorrido, otros optaron por degustar los alimentos una vez aparcado el carro en la plaza de La Glorieta, en compañía de amigos y familiares. A pesar de la masiva concentración de personas en el entorno de la Plaza Mayor, por suerte, no hubo que lamentar incidentes gracias al trabajo desarrollado por la Policía Local, la Guardia Civil, Cruz Roja y Protección Civil.

Sin duda, el desfile de carros engalanados a la antigua usanza se ha convertido en el principal atractivo de la fiesta de la Vendimia de Toro y ayer volvió a concitar el interés de miles de visitantes procedentes de distintos puntos de la geografía nacional que, además de compartir con los toresanos una de las tradiciones más queridas en la ciudad, pudieron constatar la calidad de los vinos tintos, blancos y rosados que elaboran las bodegas amparadas por la Denominación de Origen.

A pesar de su corta historia la fiesta de la Vendimia, que empezó a celebrarse de forma organizada en la década de los 80, se ha convertido en un gran escaparate para los vinos de la tierra y para una ciudad que, gracias a sus festejos, su amplio patrimonio monumental, su gastronomía y su apuesta por la cultura está logrando el objetivo de consolidarse como un destino turístico preferente a nivel nacional. En este objetivo también se implican activamente los toresanos que contribuyen a ensalzar cualquier fiesta.