Cómo era un día de vendimia hace más de medio siglo. Las respuestas a la citada pregunta, que el profesor e investigador Juan Carlos González Ferrero formuló a vitivinicultores octogenarios de diversos pueblos amparados por la Denominación de Origen Toro para escribir el libro "La cultura de la vid y el vino en Toro", fue el hilo conductor del pregón inaugural de la fiesta de la Vendimia celebrado ayer en el Teatro Latorre. Aunque en su libro González Ferrero aborda diferentes aspectos relacionados con el cultivo de la vid, las bodegas y lagares, la elaboración y comercialización del vino, las fiestas o la gastronomía, para escribir su pregón recurrió a las respuestas de los vitivinicultores consultados, en las que aludían a tradiciones asociadas a la vendimia que tornaban la recolección de uva en una fiesta.

Así, recordó que la jornada de vendimia se iniciaba, en la mayoría de localidades de la Denominación de Origen, antes de salir el sol y la hora en la que se levantaban los jornaleros estaba relacionada con la lejanía de la viña, razón por la que, en Tagarabuena y en Toro, localidades en las que las viñas están más lejos de la población, tenían que madrugar más porque el viaje podía prolongarse varios días. El pregonero también recordó que en la mayor parte de los pueblos, los jornaleros viajaban subidos en el carro y la primera tarea era, si la mañana estaba fría, poner lumbre y esperar junto al fuego a que los primeros rayos de sol hicieran desaparecer el rocío que cubría las cepas, mientras degustaban uvas. En algunas localidades se aprovechaban las primeras horas del día para poner a cocinar el almuerzo o la comida que variaba en función de las zonas. El almuerzo se acompañaba, en muchos pueblos, con un vino específico para consumir durante la época previa a la vendimia al que se denominaba "chichorra" y que se elaboraba con uvas que maduran más temprano como el albillo. Tras el almuerzo, como explicó el pregonero, proseguía la jornada hasta la comida principal del día que se realizaba en la misma viña aunque, si estaba lejos, los vendimiadores degustaban los alimentos subidos en el carro y sentados sobre los cestos mientras realizaban el camino de regreso. La comida daba paso a un periodo de descanso que algunos dedicaban a dormir la siesta, aunque los jóvenes aprovechaban este tiempo, en pueblos como Venialbo, para divertirse con juegos como el del "moscardón", mientras que los niños eran reprendidos por travesuras como picar las uvas de uno en otro racimo.

Otra tradición asociada a la recolección del fruto era la "broma" basada en restregar uvas por diversas partes del cuerpo de los jornaleros y que solía ir precedida de lo que se conocía como "echar pullas", es decir, "irritar un vendimiador a otro dirigiéndoles frases de burla y menosprecio". El resto de la tarde se dedicaba a continuar con la vendimia y, una vez concluida la jornada, los trabajadores regresaban a casa, salvo en Tagarabuena y Toro, con el tiempo suficiente para que no les sorprendiera la noche. En este punto, González Ferrero destacó que "lo más normal" era que los vendimiadores regresaran subidos en el carro y en el camino entonaban canciones al cruzarse con otras cuadrillas, a la entrada del pueblo o al aproximarse a las bodegas. Los vendimiadores, normalmente, no se quedaban a dormir en la viña, salvo en el caso de los jornaleros de Toro y Tagarabuena que pernoctaban en tudas o casas de campo, noches que eran amenizadas con juegos, que, como precisó el pregonero, aparecen muy bien recreados en la novela "Justicia de Dios" de Jesús Labajo Alonso, juegos como el pájaro Piparro, el santo Macarro, la gallina ciega o las parodias de bodas o bautizos. El último día de vendimia, los carros regresaban a adornados con un distintivo como una bandera o un ramo. El pregonero concluyó su discurso recordando que la vendimia "era un tiempo feliz esperado con emoción a lo largo de muchos meses", a pesar de ser una de las más arduas tareas de la vida agrícola. En otras épocas, la vendimia también era un trabajo en común en el que confraternizaban familiares y vecinos y, en los días de campaña, prevalecían la amistad y los afectos. El pregonero cerró su discurso recordando que la recolección de uva en otras épocas no puede compararse con la actual, "tan preocupada por lo material y lo rentable", en la que no hay lugar para la fiesta" cuando antiguamente "la vendimia ya era una fiesta". El pregón fue clausurado con el brindis por la nueva cosecha y el concierto de la cantante toresana María Salgado.

Puedes consultar el programa completo de la Fiesta de la Vendimia y mercado medieval de Toro 2019, aquí. Y recordar la entrevista al pregonero Juan Carlos González, en este otro enlace.