Juan Carlos González Ferrero (Toro, 1959), maestro jubilado y doctor en Filología Hispánica, por sus clases han pasado generaciones de toresanos a lo largo de sus 24 años en el IES Pardo Tavera (entre otros destinos). Este docente ha compaginado su profesión con trabajos de investigación, el más reciente "La cultura de la vid y el vino de Toro. Estudio etnograficolingüístico de la D.O. Toro". Será el encargado de pronunciar el pregón de la Fiesta de la Vendimia de Toro 2019 este jueves en el Teatro Latorre a las 20.30 horas.

-Para un toresano, apasionado del vino y autor de un interesante estudio sobre su cultura, pregonar la Fiesta de la Vendimia se adivina como un merecido reconocimiento.

-Es un honor y una satisfacción, pero a la vez es una gran responsabilidad, ya que intentaré hacer un pregón que no deje indiferente; en cualquier caso me enorgullece.

-¿Qué supone el vino de Toro para esta ciudad y comarca?

-El vino es un elemento que va ligado a la historia de Toro desde la Edad Media. Ha sido muy importante desde el punto de vista económico puesto que el vino siempre se ha pagado en dinero, es decir, ni se trataba ni se cambiaba por otro tipo de bienes. Y la cantidad de viñas que hay ahora es muy inferior a las que ha habido en otras épocas. En el siglo XVI se le consideraba el rey de los vinos porque prácticamente toda la vega eran viñedos y eso se ha ido reduciendo con el tiempo.

-Es autor de un estudio muy completo sobre la cultura de la vid y el vino de Toro, bebiendo sobre todo de las fuentes orales. ¿Qué la ha revelado esa investigación?

-Es un estudio que hice buscando casi a unos cincuenta octogenarios vitivinicultores de Toro que me contaron cómo cultivaban ellos las viñas y cómo valoraban el vino. Trataba de recoger la forma tradicional de cultivar la viña y de elaborar el vino, que es tanto como decir cómo se cultivaban las viñas y cómo se elaboraba el vino desde la Edad Media hasta finales del siglo pasado, cuando se inicia la industrialización. El estudio toca todos los aspectos relacionados con esta cultura tan rica de la vid y el vino, y yo recogí, además de las costumbres y las tradiciones, el vocabulario asociado a ellas. Recogí cerca de 3.000 palabras, de las cuales unas 1.500 eran formas diferenciales, es decir que no estaban en los diccionarios, y muchas pertenecientes al antiguo leonés que se hablaba en León, Zamora y Salamanca y relacionado también con el asturiano o con el mirandés.

-El vino es un elemento muy transversal porque toca muchos aspectos de la vida.

-El vino tenía tradicionalmente una importancia muy grande porque formaba parte de la dieta, no es como en la actualidad que es una bebida casi de lujo. Era un elemento tradicional, aportaba calorías, también se utilizaba como un remedio medicinal, siempre a los enfermos se les recomendaba vino y por tanto históricamente tenía una importancia muchísimo mayor, estaba más presente en la vida diaria. Y por eso era un elemento tan importante.

-Aunque el gran cambio llega con la industrialización, persiste todo un legado, ¿cómo ha sido la evolución del vino de Toro?

-Ha evolucionado muchísimo, tanto el cultivo de las vides como la elaboración. Por ejemplo existe una alta proporción de viñas plantadas en base frente a las viñas en espaldera. Y otra peculiaridad que hay en Toro es que muchas de las viñas están sobre pie franco, es decir que no están injertadas sobre vid americana, y esto se debe a que la filoxera no actuó en la zona de Toro con el mismo poder arrasador que tuvo en otras partes de España. En la mayor parte de la Denominación de Origen no se practicaba el injerto de vid americana y se plantaba directamente la vid autóctona, es decir, la tinta de Toro. Por eso las viñas de la DO pelean por esas uvas de viñas de prefiloxéricas que son las que producen los mejores vinos.

-¿Qué supuso la mención de calidad para el vino de Toro, cómo ha influido la Denominación de Origen?

-Creo que ha sido un paso decisivo y revolucionario porque seguramente si no se hubiera constituido la Denominación de Origen, esta cultura del vino en Toro corría el peligro de perderse, ya que era muy difícil seguir cultivando las viñas y los vinos que no están acogidos a una DO, pues no tienen una salida en el mercado considerable. La DO empezó de forma muy modesta, con 4 bodegas, y luego tuvo un momento de expansión muy importante hasta las 65 actuales. Creo que actualmente la DO vive un momento de estabilización y de afianzamiento de lo conseguido, que no es poco. Y tiene que seguir avanzando pese a las dificultades que aparecen diariamente, como el problema de los aranceles y otros.

-Las bodegas constituyen un patrimonio que corre peligro por el abandono o la ruina de muchas de ellas ¿cómo mantener esta riqueza?

-Yo he calculado que en los pueblos que forman la Denominación de Origen Toro hay aproximadamente unas 1.800 bodegas, que es una cantidad considerable para quince pueblos. En Toro hay cerca de 300 bodegas, es decir, que hay una gran parte de la superficie de la población que está horadada. Es difícil conservarlas puesto que han perdido la función para la que fueron creadas y se construyeron además con la intención de perdurar durante siglos, como así ha sido con muchas de ellas. Las que están mejor conservadas son aquellas que cumplen una función social y las que no, pues se están hundiendo. En el caso de Toro ciudad se han restaurado algunas últimamente y por lo menos esos testimonios sirven para saber cómo eran esas bodegas que son un auténtico patrimonio. Pero es difícil su conservación, además están manos de particulares y eso hace todavía más complicado.

-¿Cómo valora el más reciente fenómeno del enoturismo?

-Yo lo veo como una posibilidad muy interesante. Y de hecho ahí está el Museo del Vino de Morales y todas las actividades que organiza. Creo que el enoturismo es interesante para el desarrollo económico de la zona y de la Denominación de Origen.

-Amenazas como los aranceles o el "brexit" ¿cómo pueden afectar al vino de Toro?

-Negativamente porque se exporta mucho, es uno de los vinos de Castilla y León que más se exporta y desde luego mucho a Estados Unidos, aproximadamente un 20% de su producción. Se trata de un avatar más de los muchos con los que ha tenido que convivir el vino históricamente y supongo que como en otras ocasiones habrá un periodo de adaptación que luego terminará saliendo airoso.

-¿Es la principal amenaza ahora mismo?

-Bueno es una de las amenazas. Otra es la bajada del consumo, hay un problema importante porque en restaurantes y en determinados locales se vende a un precio alto. Son toda una serie de elementos con los que las bodegas y los que directamente elaboran el vino y lo comercializan tienen que convivir y luchar.

-¿Qué futuro le espera entonces al vino de Toro entre tantas incertidumbres?

-En el caso de Toro creo que tiene un gran futuro, precisamente porque posee una gran personalidad. Es un vino inconfundible, tiene un cuerpo como ninguno de otra denominación y eso hará que siempre sea apreciado y demandado.

-¿Es esa la clave de que genere los viñedos generen tanta atracción?

-Así es, es precisamente por esa singularidad. El vino de Toro es especial, tiene una graduación alta, un gran cuerpo y otra serie de elementos que le hacen diferente a los otros vinos.