Los muros del Alcázar han sido testigos de algunos de los episodios más importantes de la historia de Toro. Las obras de construcción del Alcázar fueron promovidas por Alfonso IX, se ejecutaron entre 1188 y 1195, y aunque en un principio el edificio fue concebido para que desempeñara la función de fortaleza defensiva por la situación estratégica del lugar en el que se enclava, una atalaya sobre el río Duero, a lo largo de su historia ha cumplido diversas funciones. Uno de esos usos, el de cárcel, es el que pretende recordar un montaje realizado por Javier Vila, con una colección de llaves de las puertas de cada celda del Alcázar, donada a la ciudad por José Antonio del Pozo.

"Estas llaves pertenecieron a las celdas ubicadas en este Alcázar durante el periodo que fue cárcel del partido judicial, de 1812 a 1935". Esta es la inscripción incluida en el montaje, en el que las llaves se han dispuesto enmarcadas en una reja de cárcel. Aunque la obra se exhibe en la actualidad en la Oficina de Turismo del Alcázar está previsto que, en un futuro, se pueda admirar en una de las salas del edificio que será habilitada como espacio expositivo.

Con el sencillo montaje de las llaves de las celdas, Del Pozo y Vila, han pretendido "dejar testimonio de la memoria histórica" de un edificio que, sin duda, es uno de los emblemas de la ciudad. Aunque el Alcázar fue construido en el siglo X, durante la época de los Reyes Católicos, como recordó Vila, dejó de cumplir la función de fortaleza defensiva y, tras la célebre Batalla de Toro librada en1476, fueron "amputadas" las torres o las almenas y el edificio "quedó prácticamente sin uso" hasta que, a principios del siglo XIX, se convirtió en la cárcel del partido judicial de Toro. En la citada época en el inmueble se conservaban dos crujías destinadas a matadero, aunque posteriormente fueron demolidas para reconvertirlo en cárcel, función que desempeñó hasta 1935. Años más tarde, durante la posguerra, el Alcázar de Toro siguió funcionando como cárcel de presos militares, aunque también en sus celdas fueron encerrados otros "comunes", hasta que podían ser trasladados a otras prisiones como la Zamora. Tras ese periodo, como recordó Vila, el Alcázar se convirtió en un almacén municipal y, durante una intervención de consolidación del edificio "se destruyó parte de su historia", ya que se quemaron todas las puertas de las celdas, que databan de principios del siglo XIX y que "eran soberbias, con unas cerraduras descomunales".

El entonces conserje del Alcázar decidió guardar las llaves, que además conservan el número de la celda a la que pertenecían. José Antonio del Pozo, en una conversación con el conserje, se interesó por las llaves porque forman parte de la historia del Alcázar y, tras adquirirlas a cambio de una "propina", decidió junto a Vila crear con ellas un montaje que ha sido donado a la ciudad. Una pequeña inscripción en la reja que enmarca la colección de llaves dejará constancia del pasado como cárcel de un edificio que, en los últimos años, ha recuperado en parte el importante papel que ha jugado en la historia de Toro, tras convertirse en 2016 en centro de recepción de visitantes y que, en un futuro, espera consolidarse en un referente no solo turístico, sino también cultural.