La profunda devoción que los toresanos comparten por la imagen del Santísimo Cristo de las Batallas reforzó ayer los lazos de unidad y el sentimiento de pertenencia a una ciudad que, en la fiesta de su patrón, volvió a implorar su protección. En el Lunes de Pentecostés, la pradera en la que está enclavada la ermita de Santa María de la Vega, también conocida como ermita del Cristo de las Batallas, reunió a numerosos toresanos dispuestos a participar en la popular romería y en los actos religiosos organizados por la cofradía, durante los que la imagen del patrón de Toro se convierte en el centro de todas las miradas.

Durante toda la mañana, en el templo fueron oficiadas distintas misas por las intenciones de la hermandad y de otras asociaciones que desarrollan una destacada labor social en la ciudad y que ayudan a personas enfermas o necesitadas. Autoridades, devotos y cofrades asistieron un año más a la solemne misa mayor que, este año, fue oficiada por el párroco local, José Luis Miranda y concelebrada junto a cuatro sacerdotes. Autoridades, los abades arropados por sus familiares y numerosos toresanos siguieron con atención la homilía en la que Miranda destacó que, cada Lunes de Pentecostés, Toro revive una romería que se caracteriza por la alegría, la fraternidad o la convivencia y en la que la imagen del Cristo de las Batallas está muy presente en el corazón de los devotos. Además invitó a todos los presentes a seguir los pasos del Cristo de las Batallas y subrayó que el "amor" es la única fórmula para "hacernos crecer en el círculo virtuoso del sacrificio, el servicio, el perdón o la solidaridad".

Incidió el párroco local en que "tenemos muchas batallas que librar", en alusión a problemas como la enfermedad, la soledad, la despoblación, la falta de oportunidades y de compromiso, el distanciamiento, las falsas noticias o las redes sociales que, cada vez, "nos hacen menos sociales". Tras enumerar los citados problemas, animó a los presentes a seguir la estela del Cristo de las Batallas para "alcanzar la luz".

Durante la misa mayor, uno de los abades de la cofradía, Santiago Alonso, emocionó a todos los presentes con unas palabras que dedicó a su abuelo Domingo, a quien agradeció que cuando era un niño le inculcara los valores del Cristo de las Batallas, aunque también invitó a los toresanos a implicarse más para que la fiesta del patrón "no se pierda".

Una vez concluida la eucaristía, los toresanos besaron la reliquia y los abades en ejercicio posaron ante la imagen para recordar, con una fotografía de familia, uno de los momentos más emotivos de la fiesta. Tras la ceremonia religiosa, autoridades, cofrades y familiares se dirigieron a la hospedería para compartir el tradicional almuerzo, mientras que el resto de toresanos regresaron a la pradera para preparar sabrosas y cuantiosas comidas, que compartieron con familiares y amigos.