Fieles a la cita con la devoción, numerosos toresanos se han congregado hoy en la pradera del Cristo de las Batallas para disfrutar de la tradicional romería del Lunes de Pentecostés en la que, cada año, imploran la protección del patrón de Toro.

Desde primera hora de la mañana, familias y grupos de amigos se reunieron en la pradera para asistir a las misas que, cada media hora, fueron oficiadas en la ermita del Cristo de las Batallas, por las intenciones de la cofradía del patrón y de otras asociaciones que desarrollan una importante labor social en Toro y que ayudan a colectivos desfavorecidos o personas enfermas.

A las 12.00 horas, numerosos devotos asistieron a la misa mayor presidida por el párroco local, José Luis Miranda, y concelebrada por otros cuatro sacerdotes. Autoridades, abades en ejercicio arropados por sus familiares, y numerosos toresanos siguieron con atención la homilía del párroco en la que destacó que, un año más, el Lunes de Pentecostés Toro revive una romería que se caracteriza por la alegría, la fraternidad o la convivencia y en la que la imagen del Cristo de las Batallas está muy presente en el corazón de los toresanos.

Asimismo, remarcó que, con la asistencia a la misa mayor, los vecinos de Toro volvieron a demostrar su devoción al patrón de la ciudad e invitó a todos los presentes a seguir los pasos del Cristo de las Batallas, porque el amor es la única fórmula que "nos permite crecer en el círculo virtuoso del sacrificio, el servicio, el perdón o la solidaridad".

Del mismo modo, subrayó que "tenemos muchas batallas que librar", en alusión a problemas que afectan a la ciudad como la despoblación, la falta de oportunidades o de compromiso y animó a los presentes a "alcanzar la luz" a través de la devoción al Cristo de las Batallas. Durante la eucaristía, uno de los abades, Santiago Alonso, agradeció a su abuelo Domingo que ,cuando era un niño, le inculcara los valores del Cristo de las Batallas para, a renglón seguido, pedir a los toresanos que colaboren más en la fiesta para que no se pierda.

Una vez concluida la eucaristía, los toresanos besaron la reliquia del patrón de Toro y los abades en ejercicio posaron ante la imagen para recordar con una foto de familia uno de los momentos más emotivos de la fiesta. Acto seguido, autoridades, abades, cofrades y familiares se dirigieron a la hospedería para compartir el tradicional almuerzo, mientras que el resto de asistentes a la fiesta comenzaron a preparar sabrosas comidas en la pradera y que degustaron antes del inicio de la tradicional procesión del Cristo de las Batallas.