A lo largo de más de ocho siglos la ciudad de Toro ha forjado una estrecha y fraternal relación con las hermanas clarisas que, en pocos días, abandonarán el monasterio de Santa Clara para trasladarse a otro de la misma advocación en la capital zamorana. La falta de vocaciones y el reducido número de hermanas que habitan el monasterio, un total de cuatro, ha desembocado en su inminente traslado a Zamora, un duro y triste momento que compartirán con los toresanos en una eucaristía de acción de gracias que se celebrará el 1 de junio, a las 12.00 horas, en la iglesia del convento y que servirá para poner el punto y final a una estrecha vinculación que se ha prolongado durante 807 años.

Numerosos toresanos han visitado durante las últimas semanas el convento para despedirse de unas vecinas ejemplares que, durante siglos y en la medida de sus posibilidades, han ayudado a todos aquellos que han pedido su intercesión o apoyo. Desde diferentes estamentos se han sucedido las reacciones al traslado de las religiosas. Para el párroco, José Luis Miranda, supone una "pérdida enorme", porque en el interior del monasterio "viven personas que atesoran una riqueza espiritual muy grande" y la ciudad "pierde una institución que es difícil sustituir".

Como un toresano más, el alcalde, Tomás del Bien, siente que la ciudad pierde una pieza fundamental de su historia, aunque en los momentos finales de la convivencia, tan solo queda mostrar la gratitud de Toro a una comunidad integrada por "humildes religiosas, ejemplares, bondadosas, generosas y buenas personas". Recordó Del Bien que la comunidad de clarisas "siempre ha favorecido la convivencia", al margen de prestar ayuda a personas necesitadas, cuando los monasterios desempeñaban otro rol y "eran lugares a los que acudían los pobres para comer y los enfermos para recibir cuidados".

Tras la despedida, será necesario preservar uno de los monumentos "más impresionantes" de Toro y el alcalde apuesta por intentar que "siga teniendo un aprovechamiento social, para no fallar a la memoria de las religiosas". Por el momento, ya se ha realizado un inventario de todos los bienes que el monasterio atesora en su interior, aunque también está previsto implantar nuevas medidas de seguridad. De otro lado, Del Bien destacó que el cierre del convento también tendrá un "impacto importante en nuestra Semana Santa", porque en su interior se celebra uno de los momentos más emotivos de la Pasión: la petición del Santo Ecce Homo, previa a su traslado procesional. Conscientes de la devoción que los toresanos sienten por la imagen, las clarisas demostraron una vez más su generosidad y, el pasado Martes Santo, la madre superiora y el entonces presidente de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, José Manuel de la Fuente, firmaron un documento, por el que los actos de culto de la imagen se podrán seguir celebrando y el Ecce Homo continuará participando en la "madrugada nazarena" del Viernes Santo. Tras la firma de este documento, el Santo Ecce Homo seguirá ligado a la parroquia de San Julián de los Caballeros, aunque para celebrar actos de culto como su novenario, la iglesia del convento volverá a abrir sus puertas a los toresanos.