El puente de piedra de Toro se ha convertido en pocos días en el punto de encuentro de los numerosos vecinos y turistas que se han desplazado hasta el paraje natural en el que se enclava, para admirar el resultado del proyecto de restauración ejecutado en los últimos meses y que ha permitido devolver al monumento parte de su valor patrimonial y, sobre todo, garantizar su conservación. Los trabajos acometidos han servido para que el puente de piedra ofrezca una imagen renovada y se sume a la larga lista de atractivos turísticos de la ciudad, aunque para muchos vecinos, con su restauración, también se ha logrado recuperar un importante legado y un símbolo de Toro. De hecho, la memoria elaborada por el arquitecto que ha supervisado la ejecución del proyecto, Claudio Pedrero, incide en la importancia histórica del puente de piedra, aunque sobre su origen convergen diferentes opiniones. Historiadores como José Navarro Talegón o Luis Vasallo Toranzo defienden la hechura romana de algunos sillares presentes en la fábrica y que habrían sido reutilizados de una anterior construcción existente en el mismo enclave natural, mientras que otros expertos sitúan el origen de los citados sillares en la época renacentista. En opinión de Pedrero, "parece impensable" que teniendo en cuenta la magnitud y alcance de las obras promovidas por Fernando II de León para reforzar la plaza de Toro, por su situación estratégica y su condición de plaza fronteriza, no existiese una construcción previa para salvar la barrera natural del río.

Como recuerda Pedrero en su memoria técnica, la primera noticia que se conoce sobre la construcción del puente de piedra alude a un concierto del año 1194 por el que el pueblo salmantino de San Cristóbal de la Sierra se comprometía a entregar anualmente la mitad de las tercias de sus iglesias para las obras del monumento, a cambio de la protección del entonces poderoso concejo de Toro. En la Edad Media, según el arquitecto, se produjeron importantes modificaciones en su configuración por la variación, en el siglo XIV, del cauce del río y que obligó a realizar una larga calzada conocida como "La bardada". En la misma época se levantó una torre defensiva en el lado sur del puente de piedra, que albergó una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Buena Guía. A principios del siglo XVIII fue reforzada la torre, aunque fue demolida un siglo después. En la década de los 90 del pasado siglo se colocó una losa de hormigón en cimentación del tramo principal del puente de piedra que, como subraya el arquitecto, "dio lugar a una imagen muy pregnante de la construcción" y se reformaron muchos tajamares.

No obstante, las actuaciones previstas entonces no se ejecutaron en su integridad, lo que propició que el puente ofreciera una preocupante imagen por su deterioro, por la inexistencia de petriles en parte de su trazado o por la falta de soluciones que garantizaran su protección. Pedrero también plasmó en su memoria los principales problemas del monumento, tales como fallos de estanqueidad, del apoyo del muro de acompañamiento intermedio aguas arriba, del estribo norte o de las bóvedas de "Los cinco pilares", así como la ausencia de un sistema de drenaje en el tablero superior o deficiencias de cimentación. Este estudio permitió determinar las actuaciones más urgentes que precisaba el monumento y que han sido sufragadas con un presupuesto cercano al millón de euros, aportado por el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento. A lo largo de los últimos meses se ha reparado el agrietamiento del chapado de piedra de un arco para evitar desplomes en una parte del puente accesible al tránsito peatonal, se han inyectado morteros de cemento y cal en los rellenos de cepas y enjutas de varias pilas para detener el preocupante lavado de los interiores del macizo de fábrica y se ha reforzado y el muro del muelle entre el tramo principal y el de "Los cinco pilares".

Del mismo modo, se han llevado a cabo reparaciones urgentes en las bóvedas de varios arcos y se ha ejecutado un nuevo tablero en el tramo principal, al que también se ha dotado de más protección, ya que en la mitad sur ha sido necesario rehacer los petriles que habían desaparecido. Aunque en su fase inicial, las obras generaron cierta polémica por la diferencia que, a simple vista, se podía apreciar entre los materiales antiguos y los utilizados para la rehabilitación, Pedrero remarcó que "hemos utilizado soluciones actuales, pero con criterios tradicionales", siguiendo la línea de intervenciones anteriores y que se aprecian en arcos, tajamares, las soluciones adoptadas en los petos o las constructivas, así como en los materiales elegidos. A juicio del técnico las soluciones aplicadas en distintos momentos de su historia aportan más relevancia al puente de piedra de Toro, porque "tiene un valor arqueológico extraordinario, ya que en él se pueden leer las diferentes intervenciones ejecutadas" y que aportan "autenticidad". Una vez ejecutadas dos fases del proyecto de restauración, el Ayuntamiento confía en que el Ministerio de Fomento atienda su petición de concesión de una nueva subvención para continuar con la recuperación de un emblema de la ciudad.