El Cristo de la Expiración es una de las obras más sobresalientes de la escuela toresana de escultura barroca, pero también es una de las tallas más veneradas de cuantas procesionan por las calles de la ciudad durante la Semana Santa. Precisamente, por tratarse de uno de los símbolos de la Pasión toresana, la pieza presentaba una serie de patologías comunes a muchas tallas procesionales que, por iniciativa de la Asociación del Santo Sepulcro y La Soledad, serán subsanadas en el taller diocesano de restauración por su director, Bernardo Medina, y la restauradora Patricia Ganado.

En 2016, expertos alertaron a la cofradía sobre las deficiencias que presentaba la escultura, atribuida a Esteban de Rueda y Sebastián Ducete, y tallada a principios del siglo XVII. Tras esta advertencia, los responsables de la Asociación del Santo Sepulcro decidieron solicitar varios presupuestos para acometer la intervención y garantizar la conservación de la escultura aunque, finalmente, el Cristo de la Expiración ha sido trasladado al taller diocesano, en el que Medina y Ganado han iniciado ya los trabajos de restauración que serán sufragados por la hermandad y la parroquia a la que pertenece la escultura, la Colegiata de Toro.

En cuanto a las principales deficiencias que presentaba el Cristo de la Expiración, Ganado reconoció que el problema que más preocupaba a la cofradía era que la pieza presentaba en los dos brazos unas grietas que hacían presuponer que pudieran desmontarse. Tras un exhaustivo estudio de la obra, este problema, a juicio de Ganado, no entraña un riesgo , ya que los brazos cuentan con unos espigos que "están muy bien anclados", aunque reconoció que se trata de una patología común e "inevitable" en todos los crucificados "que salen en procesión" y que, de forma especial, afecta a aquellos que tienen mucho peso como el Cristo de la Expiración. Para corregir este problema, los restauradores han desmontado los brazos, con el objetivo de añadir un robusto anclaje para intentar que se muevan lo menos posible durante su traslado procesional.

En el marco de esta intervención, los restauradores también procederán a limpiar la talla que, según Ganado, acumula "bastante suciedad" aunque los barnices también están degradados, actuación que permitirá devolver a la pieza "más luz y una encarnación más clara". Del mismo modo, los restauradores recuperarán parte de la policromía original del crucificado en algunos elementos sobresalientes como el paño de pureza, que presentaba un "repinte muy burdo y espeso", bajo el que se escondía el color original, un verde "más natural y con más luz".

Por otra parte, Ganado resaltó que el Cristo de la Expiración de Toro no conserva la corona de soga policromada y anclada a la cabeza que si mantienen otros crucificados del mismo estilo restaurados en el taller y de la que, queda como testigo, una espina que atravesaba una ceja, testigo que está previsto conservar para recordar la corona original que, en este caso, ha sido sustituida por una de espino natural.

El inexorable paso del tiempo también ha provocado la pérdida, en parte, de las telas de cuero policromadas que simulaban con un relieve y en varias partes del cuerpo como las rodillas o los ojos las llagas del crucificado, problema que también podría vincularse a su salida en procesión cada Semana Santa. Otra de las actuaciones que está previsto acometer es la creación de una nueva cartela para el Cristo de la Expiración de Toro, al estilo de las que conservan otras piezas atribuidas a los mismos escultores.

La cartela será tallada por los alumnos de la Escuela de Arte y Diseño de Zamora, gracias a un concierto suscrito con el centro por el obispado de Zamora. Por otra parte, Ganado calificó como "magnífica" la talla del Cristo de la Expiración y aseguró que, antes de la celebración de la Semana Santa, habrán concluido los trabajos de restauración. Estas labores se están ejecutando bajo el criterio de garantizar su conservación, matiz que no se aprecia en otras intervenciones anteriores a las que fue sometida la pieza y de las que quedaban como testigos el repinte del paño de pureza o que "los dedos estaban muy pegados" y que, a juicio de los expertos, no han sido "muy oportunas", aunque si comunes en las imágenes que despiertan una gran devoción y que, cada año, son veneradas durante las procesiones de la Pasión.

El Cristo de la Expiración, que pertenece a la Colegiata pero que se exhibe en la iglesia del Santo Sepulcro de Toro, es, para algunos expertos, uno de los mejores crucificados del barroco español y una de las "obras maestras" de la Semana Santa toresana. Aunque la escultura ha sido atribuida a Sebastián Ducete y Esteban de Rueda, no ha sido posible discernir la aportación que cada maestro realizó al conjunta. El modelado de la talla es extremadamente realista y el cuerpo se representa extenuado y afligido, acorde a los momentos previos a la muerte. Otros elementos complementan el realismo de la talla, tales como los ojos vítreos o los dientes. El Cristo de la Expiración regresará a Toro tras su restauración para volver a recorrer sus calles en procesiones tan conmovedoras como el Vía Crucis del Miércoles Santo.