Los toresanos revivieron ayer la tradicional fiesta de San Antón y renovaron su devoción al patrón de los animales, a quien imploraron protección para sus queridas mascotas. Numerosos vecinos participaron en esta fiesta organizada por la cofradía de San Antón que fue inaugurada con la eucaristía oficiada en la iglesia de Santa María de Arbas por el párroco José Luis Miranda quien, durante la homilía, rememoró algunos retazos de la ejemplar vida del patrón de los animales. Así, el párroco recordó que, tras la muerte de sus padres, San Antonio o San Antón Abad decidió vender sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y retirarse al desierto para "vivir una vida en soledad dedicada a Dios", aunque también se encargó de "dirigir espiritualmente a un grupo de ermitaños" y, para la Iglesia, es el fundador de la vida monacal.

No obstante, como resaltó Miranda, San Antón también fue designado patrón de los animales y, por este motivo, los toresanos que se congregaron en el templo imploraron su bendita protección para sus queridas mascotas. De hecho, Miranda subrayó que los animales, además de "hacernos compañía, nos ayudan en el camino de la vida".

Una vez concluida la eucaristía, el párroco procedió a bendecir a los animales que se encontraban en el interior de la iglesia de Santa María de Arbas, entre los que se encontraban numerosos perros de diferentes razas y tamaños, un conejo o un pequeño hámster en su jaula y que, pacientemente, esperaron el momento más emotivo de la celebración, sobre todo para aquellas personas que conviven con ellos y a los que se sienten muy unidos. Algunos animales como caballos o burros, por su mayor tamaño, no pudieron acceder a la iglesia, por lo que tuvieron que recibir, junto a una gallina, la esperada bendición en la plaza de Arbas, hasta la que salió el párroco para rociarlos con el agua bendita.

Una vez concluida la eucaristía, los miembros de la cofradía de San Antón repartieron entre los participantes, a cambio de un donativo, los tradicionales "periquillos" o pequeños panes bendecidos que se dan de comer a los animales. Mientras, los más devotos esperaron su turno para besar la reliquia de San Antón. Con motivo de esta fiesta, que en parte se mantiene viva gracias a la implicación de José Noales y su familia, la cofradía de San Antón ha organizado un año más la tradicional rifa del valor del "marranico". La papeleta agraciada con el premio será aquella que contenga las tres últimas cifras del sorteo de la ONCE celebrado en la noche de ayer. El dinero recaudado con la venta de los boletos para este sorteo será destinado por la cofradía al mantenimiento y la restauración de la iglesia de Santa María de Arbas de la ciudad.