Corría el año 1918. Era 22 de diciembre y España se debatía entre la ilusión de la Lotería de Navidad (el 5.605 fue el número premiado) y la desolación producida por la pandemia de gripe, cuya afectación se llevó por delante la vida de 300.000 españoles e infectó a un total de ocho millones. Asimismo, en el país la crisis política y económica aupó al Gobierno (dentro de la monarquía constitucional encarnada en la figura de Alfonso XIII) a la coalición liberal de Manuel García Prieto y el Conde de Romanones, arrumbado a los conservadores Eduardo Dato y Antonio Maura. Por aquel entonces los periódicos, más conocidos como diarios, costaban 5 céntimos (de peseta) y en ellos se podía leer los últimos mandatos que las fuerzas aliadas impusieron a la capitulación de Alemania y que posteriormente se harían efectivas en el Tratado de Versalles. Lejos de todo ello, en uno de los emplazamientos más olvidados y castigados de la España de principios de siglo como lo era Pinilla de Toro, nacía Teodora Rodríguez Martín. La semana pasada, su familia decidió rendirle un homenaje por sus 100 años de vida.

Como ya se ha dicho, Teodora es natural de Pinilla de Toro. Durante aquella época, el municipio zamorano contaba con 1.000 habitantes más que en la actualidad. Su vida, dedicada a las tareas del hogar y al cuidado de su familia, no fue sencilla, pero no por ello estuvo exenta de felicidad y momentos inolvidables. Tras más de un siglo de existencia, Teodora echa la vista atrás y se le agolpan los recuerdos, algunos ya difusos por el paso de las décadas: "parece mentira que todo haya pasado tan rápido; se ve todo tan lejos, pero a la vez tan cerca", rememora con afecto tantos momentos compartidos con amigos y familiares en estas tierras de Toro.

Siempre ligada a su pueblo natal, Teodora encontró el amor en Hemenegildo García (Gildo para los conocidos), también vecino de la localidad zamorana. Aunque se conocían de toda la vida su historia comenzó cuando él regresó de la Guerra Civil, una época que Teodora recuerda especialmente oscura, "plagada de enfrentamientos entre amigos y vecinos de Pinilla". Asimismo, las penurias de la posguerra no escaparon a su casa, pero el duro trabajo de ambos en el cuidado del ganado (conejos, cabras, gallinas, cerdos, vacas?) les permitió poder decir con orgullo que bajo su techo "nunca faltó de nada".

Gildo y Teodora compartieron juntos medio siglo de vida. En 1990, hace ahora 28 años, Gildo falleció, pero su recuerdo siempre ha acompañado a Teodora durante estos años de ausencia. Ella, continúa teniendo a su marido muy presente y a menudo recuerda sus frases, sus manías, sus anécdotas? Fruto de su relación nacieron cuatro hijos (Eusebia, Encarnación, Felipe y Simplicio), criados en Pinilla de Toro, donde aprendieron desde muy pequeños las tradiciones y costumbres que rodean a la vida rural castellana. La agricultura, realizada en aquella época por mulas, fue el principal sustento de la familia durante mucho tiempo.

Hoy, la familia se extiende hasta los bisnietos, 15 en total. Pequeños y mayores coinciden en destacar el carácter tranquilo, cariñoso y entrañable de la abuela Teodora. Una mujer descrita por familiares y allegados como "prácticamente imposible de enfadar" y con un "gran talante" para afrontar los reveses de la vida.

Durante la celebración que tuvo lugar el pasado 22 de diciembre, los familiares de la familia García-Rodríguez quisieron rendir un homenaje a los cien años de vida que cumplía nuestra protagonista rememorando algunos de los hitos y eventos históricos que Teodora ha experimentado durante su dilatada trayectoria. Y es que, no en vano, durante una centuria pasan muchas cosas delante de los ojos de una persona, tantas como estas: en lo político, tres reyes, una república, dos dictaduras; en lo económico, pasar de pesetas a euros; en la agricultura, comenzar con arados de mulas y trillos hasta llegar a los tractores y las grandes cosechadoras; en la tecnología, pasar de la radio y un solo teléfono para todo el pueblo, a la llegada de la televisión en color e Internet.

Teodora, abstraída de la importancia de la cifra, disfruta cada momento que puede junto a su familia. Los pequeños, separados por más de tres generaciones de su bisabuela, corretean alrededor despreocupados. Mañana, esta ama de casa de Pinilla de Toro regresará a sus libros antiguos, revistas cristianas y misa diaria por la televisión. Pero hoy, esta madre, abuela, bisabuela y esposa cumple cien años rodeada de los suyos; segura y confiada de que no puede haber una mejor herencia.