Tras su adquisición por parte de un empresario toresano en 2007, el palacio de Bustamante fue objeto de un complejo proceso de reforma que, ya entonces, suscitó quejas porque el proyecto no respetaba el valor patrimonial e histórico del inmueble. El propio alcalde ya mostró hace años su preocupación por lo que "consintieron" que se hiciera en el citado palacio durante el proceso de reforma, ya que "perdió en parte su carácter original", a pesar de que "era uno de palacios mejor conservados en Toro".

La escasez de recursos económicos obligó al propietario a paralizar las obras de reforma lo que agravó la situación del antiguo palacio, edificado en el siglo XV. De hecho, antes de que el pasado mes de febrero el edificio sufriera un hundimiento parcial, el Ayuntamiento había requerido en varias ocasiones a la propiedad que procediera al arreglo de la medianera y a que "cerrara los huecos" del inmueble. En los requerimientos, el Ayuntamiento también advertía a la propiedad de que no podía mantener el palacio en un estado de "abandono", que ya había originado desprendimientos previos al ocurrido en febrero, aunque no tan importantes.