La Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla honró ayer el recuerdo de sus difuntos en la tradicional fiesta del cementerio. Como cada año, cerca de un centenar de hermanos de la congregación se reunieron al filo de las diez horas frente al templo de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina para poner rumbo al camposanto. Los diputados, cumpliendo la tradición, abrían la comitiva religiosa portando los ciriales y la cruz alzada, tras ellos los escribanos alzaban el guión y los celadores cargaban el campanil con el que cada año se rompe el silencio y se marca el inicio de los responsos. La procesión estuvo presidida por el capellán José Luis Miranda y los abades en ejercicio; el cierre, por su parte, corrió a cargo de la presidencia, la junta directiva y las diferentes autoridades municipales que decidieron sumarse al acto católico.

Una vez en el osario, congregación y feligreses acudieron al catafalco de la cofradía de Jesús Nazareno para depositar la corona de flores con la que cada año recuerdan a los hermanos fallecidos. El acto contó también con una eucarístía en honor a las almas de los que ya no están. Finalizada la ceremonia, la comitiva procesionó de regreso a la iglesia de Santa Catalina.

Esta no será la ultima actividades de la congregación toresana. El próximo ocho de diciembre Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla llevarán a cabo el besamanos a la Virgen de la Soledad, iniciado el pasado año, en compañía de la Asociación de la Damas de la Soledad. La cofradía cerrará así un año repleto de ceremonias y eventos, entre los que destacan la coronación de la Soledad y la aprobación de la entrada de mujeres como cofrades de pleno derecho.