El municipio de Peleagonzalo despidió ayer con una gran fiesta las celebraciones patronales en honor a San Miguel Arcángel, que se desarrollaron desde el pasado viernes. La jornada comenzó con el tradicional pasacalles en el que los vecinos de la localidad acompañan al tamborilero Ángel Rufino. A continuación, tuvo lugar el oficio de una eucaristía en la iglesia del pueblo en honor al patrón de las fiestas. A la hora de la comida, la calle El Caño se llenó de mesas y algarabía para disfrutar de la comida de hermandad organizada en el programa de fiestas municipal.

Por la tarde, una vez más, los festejos taurinos fueron protagonistas con la suelta de cuatro vaquillas y dos novillos para disfrute de mozos y espectadores. Las reses bravas continúan siendo parte fundamental del ocio en el medio rural. Espantes, encierros (urbanos y camperos), toros del cajón, recortes y corridas persisten como forma de entretenimiento y reencuentro social en los pueblos de la tierra zamorana. No solo son un gran espectáculo para la población local, sino que sirven de acicate y efecto llamada para que muchos de los habitantes de villas colindantes decidan incorporarse a a las celebraciones patronales de sus convecinos.

Afortunadamente, tanto los espectáculos de la noche del sábado como los de la tarde de ayer se saldaron sin heridos de gravedad, más allá de los habituales revolcones y los tropezones varios. Con una gran traca en el centro de pueblo, Peleagonzalo despidió sus fiestas hasta el año que viene.