Abezames clausura hoy las festividades del Corazón de Jesús y Corazón de María 2018 con un chocolate con churros a las 20.30 horas. Las fiestas de verano de esta pequeña villa zamorana han estado marcadas por su papel como pueblo anfitrión en el Día de la Mancomunidad Norte-Duero. Durante la jornada de ayer, los vecinos del municipio disfrutaron de una jornada festiva más calmada que durante los días anteriores.

El pasado domingo el pueblo de Abezames comenzó su penúltimo día de fiestas (el último de facto, teniendo en cuenta que hoy solo hay un acto vespertino) con una misa y procesión en la parroquia de la localidad. La tarde, con la presencia de los sempiternos hinchables, fue dominio exclusivo de los más pequeños del lugar. El punto y final de la jornada dominical corrió a cargo de "Guisi Muñoz" y su espectáculo de canción española.

Cada año, la mancomunidad Norte-Duero elige uno de los municipios que la compone como la sede para celebrar el día grande de la región. Este año fue Abezames, quizás uno de los máximos exponentes de la realidad que está sufriendo el campo zamorano en esta época del siglo XXI. Abezames cuenta, según los últimos datos facilitados por el INE, un total 63 habitantes: 32 hombres y 31 mujeres. Su población estacional máxima apenas roza los 200 habitantes.

Por respeto a los vecinos que residen allí no sería justo calificar a Abezames de pueblo fantasma, pero la pregunta es: ¿cuánto más tardará Abezames en desparecer? ¿Tienen las administraciones provinciales y regionales el poder para que este municipio no se pierda en el olvido en dos o tres décadas?

Su alcalde, Donato Rodríguez, busca algunas soluciones con las que mejorar la vida de los que sí residen allí y así evitar acelerar el proceso de despoblación, que cada día parece más inexorable. Con este horizonte en mente, el primer edil de Abezames reclamó ayuda a la presidenta de la Diputación, Mayte Martín Pozo, en su visita durante el Día de la Mancomunidad, para hacer frente a la problemática de las casas abandonadas. Un problema que no es meramente estético, no se trata de derruir las casas que simplemente no presentan una buena imagen -"no necesitamos más solares", asevera Rodríguez-, sino que se trata de evitar peligros de inmuebles que presentan condiciones estructurales deficientes y que están suponiendo un agravio (presencia de humedades, olores?) para sus vecinos colindantes. Para ello, pequeñas villas como las de Abezames precisan de "la ayuda, los medios y la fuerza de la que dispone una institución como la Diputación", señala Rodríguez.