Hace ahora casi tres meses, Roberto Castaño, sacerdote perteneciente a la Diócesis de Zamora, anunció su adiós como párroco de la ciudad de Toro. Castaño, que llevaba en la ciudad desde el año 2008, comunicó a sus feligreses durante la Coronación de la Virgen de la Soledad lo que ya era un secreto a voces: que se iba. El clérigo trasladó a los vecinos de Toro su intención de tomarse "varios meses de descanso" fuera del municipio para recuperar las "fuerzas físicas y psíquicas". Asimismo, quiso acallar los rumores que circulaban por los mentideros locales afirmando que el motivo de su marcha no respondía a "cuestiones raras", ni a "los dimes y diretes que se pueden escuchar de los catetos del pueblo". Desde la marcha de Castaño, que no aclaró si algún día regresaría a su puesto en Toro, la localidad zamorana se ha quedado con un solo cura: José Luis Miranda.

Casi tres meses después, José Luis Miranda continúa siendo el único ministro de la iglesia en la ciudad de Doña Elvira. Las tareas que antes se dividían entre los dos sacerdotes han tenido que ser absorbidas por José Luis Miranda, quien es el responsable de los oficios religiosos en una ciudad de casi 9.000 habitantes. No obstante, el esfuerzo realizado por Miranda ha conseguido que todas las tareas clericales -celebración de misas, clases de catequesis y actividades con los grupos de las parroquias- hayan podido llevarse adelante. Afortunadamente, con la llegada del verano y las vacaciones el ajetreo del sacerdote se reduce considerablemente. Miranda, en declaraciones a este diario, afirma "llevar bien" el trabajo extra que ha supuesto la marcha de Roberto Castaño.

Desde el obispado, el vicario provincial, José Francisco Matías, señala que la Diócesis de Zamora tiene este asunto sobre la mesa desde que Castaño comunicara su adiós. La institución cristiana "está intentando reagrupar a todos los curas de la mejor forma posible", señala Matías.

Dentro de esta organización, la posibilidad de que un párroco recale en Toro de forma inmediata es altamente improbable. La realidad es que Toro no es el único lugar con demanda de religiosos, ya que diversas partes de la provincia también se encuentran necesitadas de un clérigo que atienda las necesidades de la comunidad católica.

Falta de vocación

La escasez de vocación está afectando gravemente a la cantera de curas, siendo cada vez menos curas para más municipios y feligreses. Actualmente, la Diócesis zamorana cuenta con 40 sacerdotes mayores de 80 años y tan solo cuatro seminaristas preparándose para trasladar el mensaje cristiano.

Una preparación que conlleva un periodo de formación superior a los 8 años: "entre cinco y siete años de Teología y luego una formación pastoral de al menos uno o dos años", detalla José Francisco Matías, vicario provincial de la Diócesis de Zamora. La formación pastoral es la etapa en la que el futuro cura realiza prácticas con un sacerdote experimentado en el oficio.

El párroco local, José Luis Miranda, también señala la "escasez vocacional" como "uno de los retos fundamentales a los que nos enfrentamos". Miranda afirma que la ausencia de jóvenes interesados por la vida sacerdotal es "un hándicap importante para la marcha de la iglesia".

De acuerdo con datos oficiales de la Conferencia Espiscopal, y recogidos por el diario digital "El Independiente", en 2002 en España había 1.736 seminaristas, mientras que en 2018 la cifra ha bajado hasta los 1.262.