Visitar Toro es buena idea, para qué nos vamos a engañar. Y si es en San Agustín el acierto es doble. Ayer, la ciudad vivió el primero de sus días tras el pregón que anuncia el inicio de las fiestas patronales y lo hizo por todo lo grande. Prueba de ello era el estado de las calles, lleno a más no poder. Para poder caminar por rúas tan amplias como la Puerta del Mercado había que hacer malabares para esquivar a los muchos curiosos que se acercaron por la sede de la Colegiata.

La jornada comenzó madrugadora. No eran ni las diez de la mañana y caballistas y amantes de los toros ya estaban prestos y dispuestos para disfrutar del primer evento taurino de tan insignes festejos. El encierro campero celebrado en las tierras del alfoz reunió a más de 60 jinetes y a un amplio grupo de todoterrenos, quads y motos de campo que, entre todos, sumaban más de 300 aficionados. Tres vaquillas de menos de cuatro años lucieron durante más de dos horas entre las garrochas de los caballistas, que disfrutaron en un encierro limpio y sin percances, más allá de los momentos de tensión creados por algún valiente que se acercaba de más.

Mientras los taurinos almorzaban, los gigantes y cabezudos saltaban al ruedo urbano y daban la bienvenida a San Agustín al son de los cohetes y la charanga "El Flow". La comitiva pululó por toda la ciudad haciendo etapas en lugares tan emblemáticos como la Puerta de Corredera o la Plaza de Santa Marina. La calle de Santa Catalina presentó un plan más tranquilo para aquellos que quisieran "huir" del bullicio que los Gigantes y Cabezudos alegremente dejaban a su paso. El grupo local "EspaÑoleando" puso el punto de tranquilidad a base de famosas canciones del panorama nacional. La jornada vespertina se centró en los más pequeños con un encierro ecológico, en el que los chavales de Toro recorrieron las calles ataviados de blanco, cual mozo de San Fermín.