Toro es una Denominación de Origen con identidad propia. Esta es una de las conclusiones que el sumiller Ferran Centelles, colaborador de la crítica y Master Of Wine inglesa Jancis Robinson, ha plasmado en un artículo sobre la historia y evolución de los vinos toresanos. El Consejo Regulador ha publicado en su web un resumen de su artículo que comienza destacando la historia de la Denominación de Origen que, este año celebra su 30 aniversario, así como de la importancia que los vinos de Toro tuvieron en la Edad Media. Sobre los viñedos de la zona, el sumiller resalta que, en la actualidad, aproximadamente el 60% están plantados en pie franco, sobre todo porque los suelos arenosos previenen el ataque de la filoxera, suelos que, en Toro, se combinan con arcilla, piedra caliza y canto rodado. Además, resalta la antigüedad de las cepas y que sus rendimientos son de los más bajos de España, unos 3.500 kilos por hectárea.

Para Centelles, estas características propias de los viñedos de la Denominación de Origen favorecen el potencial y la concentración de las uvas que producen y, en los vinos que cató en la sede del Consejo Regulador, pudo apreciar, en la mayoría de las muestras, una gran carga frutal. El sumiller también resalta que la mayoría de los productores aplican técnicas de micro-oxigenación para suavizar los taninos, aunque también están apostando por reducir el tiempo de maceración de la piel durante la fermentación para buscar más suavidad en los vinos. Tras unas breves explicaciones sobre las variedades de uva, Centelles destaca algunos vinos que le han sorprendido por su relación calidad-precio o por la presencia de garnacha.