Toro despidió ayer al bodeguero Luis Mateos Rodríguez, fallecido el pasado domingo a los 97 años de edad, y considerado uno de los precursores de los vinos de toresanos, aunque también fue el primer industrial que embotelló tintos elaborados en la zona. Aunque nació en la localidad de Molacillos, cuando era joven se trasladó a vivir a Toro, ciudad en la que decidió dedicarse, en cuerpo y alma, a su pasión: la elaboración y comercialización de vino. Bodegueros toresanos definieron ayer a Mateos como "buena persona y un gran comerciante" que, gracias a su visión empresarial, consiguió abrir nuevos mercados para los vinos de Toro, cuando estos eran considerados como rudos y recios por su cuerpo, gran consistencia y potencia. De hecho, Mateos fue el primer industrial que, a pesar de los escasos medios de los que disponía, embotelló vinos de Toro para mejorar su distribución y para que llegaran a más consumidores.

En 2012, el propio Mateos explicó a este diario, tras recibir un reconocimiento del Consejo Regulador en el XXV aniversario de la aprobación definitiva de la Denominación de Origen, que empezó a embotellar vino en el año 1949, veinte años antes de que lo hicieran otras bodegas de la zona, aunque estas primeras botellas carecían de etiqueta. En este homenaje, celebrado hace un lustro, el Consejo Regulador reconoció públicamente el trabajo de todos los presidentes de la entidad y el único bodeguero distinguido fue Mateos, por su aportación indiscutible al vino de Toro.

En este sencillo, pero emotivo homenaje, Mateos explicó que en Barcelona, ciudad en la que estaba destinado con el Ejército, conoció a su "socio" con el que decidió asentarse primero en Villaester. Posteriormente, su "socio" decidió irse a vivir a México y Mateos fijó su residencia en Toro donde empezó a elaborar vino, consciente del potencial que tenía la variedad autóctona tinta de Toro y de las infinitas posibilidades de los caldos de la zona. Como buen comerciante, supo aprovechar la presencia de militares en el campamento de Monte la Reina para suministrar vino de Toro a las "Milicias". En especial, el bodeguero, se preocupó porque altos mandos del Ejército conocieran y probaran sus vinos, lo que le abrió una puerta para ampliar y expandir su comercialización y venta en diferentes puntos de España. Por estos motivos, para aquellos bodegueros de Toro que lo conocieron, Mateos fue "el pionero y el primer emprendedor de los vinos de Toro".

En el año 1942 fundó su primera bodega en la que, pocos años después, comenzó a embotellar con escasos medios, pero con la ilusión de que los tintos de Toro fueran reconocidos por su sabor, su potencial o su compleja estructura. A principios de los 70, su bodega se convirtió en una Sociedad Anónima, tras aliarse con otros dos socios, aunque en 1978 pasó a ser propiedad de la familia Marcos, que la mantuvo hasta principios de la década de los 90.

Tras unos años de incertidumbre, la bodega fue adquirida, en el año 1998, por la familia Ruiz Mateos en el marco del fallido proyecto de resurrección de Nueva Rumasa. La bodega pasó entonces a denominarse Marqués de Olivara y, en el año 2011, el juzgado la declaró en concurso voluntario de acreedores, aunque ha conseguido sobreponerse a esta complicada situación y sigue elaborando y comercializando vinos amparados por la Denominación de Origen Toro. Incluso la bodega mantiene algunas marcas históricas creadas por Mateos en sus inicios, como "Tío Babú" o "Valdeví".

Aunque no pudo asistir, el bodeguero estuvo muy presente en la mente y el corazón de los enólogos que, en 2012, participaron en un encuentro histórico organizado por Marqués de Olivara y celebrado en la bodega, encuentro que concluyó con una cata de vinos, el más antiguo un gran reserva de 1972 elaborado por Mateos. A pesar de que, durante muchos años, fue uno de los grandes defensores de los vinos de Toro y de su potencial para conquistar los más exigentes paladares, Mateos no participó en las reuniones mantenidas por un reducido grupo de bodegueros y viticultores de la zona para conseguir la Denominación de Origen para los caldos de la tierra, reconocimiento del que este año se cumplen tres décadas.

Recientemente y a pesar de su avanzada edad y de su delicado estado de salud, Mateos mantuvo un encuentro con el actual presidente del Consejo Regulador, Felipe Nalda, con quien brindó por los vinos de Toro y por el futuro de la Denominación de Origen. Tras conocer la triste noticia del fallecimiento de Mateos, numerosos toresanos y profesionales del sector vitivinícola se desplazaron ayer hasta la capilla ardiente, instalada en el tanatorio Santa Marina, para arropar y mostrar su cariño a sus familiares. Ya por la tarde, se celebró la misa de funeral en la iglesia parroquial de la Santísima Trinidad en la que el bodeguero recibió el último adiós de sus seres queridos. Una vez concluida la eucaristía, Mateos fue enterrado en el cementerio municipal de Toro. El bodeguero dejará una huella imborrable en Toro, una tierra en la que creció profesionalmente y de la que supo extraer todo su sabor, concentrado en la uva tinta de Toro, con la que tantas veces elaboró sus preciados vinos.