En la ciudad existen varias leyendas sobre el origen del fuego, pero la versión oficial es que, tras la misa celebrada por la mañana, unas velas prendieron los paños de la pasión que tapaban altares y sagrarios y el fuego se propagó rápidamente hasta la cubierta de madera que, al desplomarse, calcinó todos los enseres del templo. El Viernes Santo de 1957, tan solo procesionó la imagen del Santo Ecce Homo y, en lugar del Nazareno, los cofrades portaron una gran cruz de madera realizada con postes del cableado eléctrico. Una vez finalizada la Semana de Pasión, la cofradía creó una comisión con el objetivo de convocar un concurso a nivel nacional para crear las imágenes de Jesús Nazareno y la Virgen de la Soledad. Al año siguiente, la procesión partió de la iglesia de San Julián de los Caballeros con las imágenes de "La oración del huerto", "La Flagelación", "El Ecce Homo", "La Verónica", aunque también fueron estrenadas las nuevas tallas de Jesús Nazareno y la Virgen de la Soledad. Desde entonces, la cofradía ha trabajado de forma incansable para resurgir de sus cenizas y para mantenerse como un referente en la Semana Santa de Toro.