La elevada producción de uva registrada este año en la Denominación de Origen Toro no se traduce en una mayor rentabilidad para el viticultor. A los reducidos precios fijados por algunas bodegas hay que sumar que viticultores inscritos en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Toro han tenido que dejar parte de la producción en sus cepas, al no encontrar comprador o después de valorar que el coste de la recolección era superior al precio al que las industrias estaban dispuestas a pagar para adquirir el fruto de sus parcelas. En pasadas campañas, viticultores de la zona encontraron una salida a su producción en el colectivo de venta de uva excedentaria creado por una organización agraria, pero este año no ha llegado a constituirse, por lo que finalmente, o han optado por no recoger el fruto o por intentar venderlo a fruteros de la zona o almacenistas.

Según confirmaron viticultores de la zona, en municipios como El Pego, algunos viticultores han conseguido cerrar acuerdos comerciales con un comprador gallego. Precisamente, Galicia es uno de los mercados en los que las uvas tintas que se producen en la Denominación de Origen Toro son más valoradas y se utilizan para mezclarlas con otras variedades porque aportan color, cuerpo y estructura a los futuros vinos.