Uno de los símbolos de la ciudad, el verraco o toro de granito, podría cambiar de ubicación en breve después de que el Ayuntamiento haya iniciado los trámites para solicitar a la Comisión Territorial de Patrimonio su traslado, desde la rotonda situada junto al Arco de Santa Catalina, a la renovada plaza de San Agustín, junto al Alcázar de Toro. Así lo confirmó ayer el alcalde, Tomás del Bien, quien apuntó que la pretensión del equipo de Gobierno es poder trasladar la escultura a la plaza de San Agustín, para "aportar valor a una pieza tan simbólica" y realzar aún más el entorno del antiguo Alcázar que, en próximas semanas, acogerá el centro de recepción de visitantes que recalen en Toro para admirar la exposición Aqva de Las Edades del Hombre.

Destacó Del Bien que la idea de solicitar el traslado de la escultura tiene su origen en que la rotonda en la que se encuentra en la actualidad ya no es uno de los accesos principales a la ciudad, además de ser una rotonda "peligrosa", porque soporta un elevado volumen de tráfico. En este punto, reconoció que ya se han sucedido algunos "sustos" por camiones que han invadido la citada rotonda "llegando casi al verraco", de ahí que el Ayuntamiento de Toro se haya planteado ahora reubicar este icono de la ciudad en la plaza de San Agustín. Además, según apuntó el alcalde, si finalmente es autorizado el traslado de la pieza, el Ayuntamiento decorará la rotonda situada junto al Arco de Santa Catalina con antiguos carros utilizados para las labores de vendimia.

Desde el año 1968, el toro de granito se puede admirar junto al Arco de Santa Catalina aunque, en el año 2010, fue retirado durante algunas semanas para proceder a la construcción de la rotonda de acceso a la N-122. No obstante, esta escultura no siempre ha estado ubicada en el mismo lugar ya que, según el historiador José Navarro Talegón, el verraco estuvo situado junto a la antigua audiencia pública, en la Plaza Mayor, "hasta las reformas efectuadas en ésta", durante el siglo XIX. Posteriormente, el toro de granito fue trasladado al atrio de La Colegiata y, más tarde, fue ubicado junto a otra entrada de la ciudad, el Arco de Corredera. Su última ubicación es la rotonda situada junto al Arco de Santa Catalina, desde la que ahora se pretende trasladar a la renovada plaza de San Agustín. Cronistas como Francisco Casas y Ruiz del Árbol, apuntan la posibilidad de que la localización original fuera un lugar próximo al puente sobre el Duero e incluso, muchos toresanos piensan que el verraco estuvo sobre el puente de piedra y que fue trasladado a la ciudad, haciéndose eco de una leyenda que relata cómo un toro real remolcó a la campana "María" de la torre de La Colegiata desde las orillas del río hasta las inmediaciones del templo, donde quedó convertido en piedra. El verraco, para algunos expertos, dio nombre a la ciudad cuando fue hallado por los repobladores cristianos en tiempos de Alfonso III y forma parte de un conjunto de piezas o vestigios arqueológicos de origen celtíbero.