Tras una larga noche de resaca electoral, los toresanos cumplieron ayer con la tradición de celebrar la festividad del Santísimo Cristo de las Batallas, patrón de Toro. Desde primera hora, grupos de amigos y familiares instalaron en la pradera las sillas y mesas de campo para disfrutar de una jornada festiva al aire libre y demostrar al Cristo de las Batallas su devoción y fervor. Desde las 8.00 de la mañana, los toresanos asistieron a las eucaristías oficiadas en la ermita que, durante todo el año, custodia la venerada imagen. No obstante, la que aglutinó a un mayor número de feligreses fue la Misa Mayor.

El párroco local, Roberto Castaño, fue el encargado de dar lectura a la homilía de esta eucaristía durante la que recordó que, como cada año, los toresanos "nos reunimos en esta ermita que es la casa de oración y comunión y escuela de fe". De hecho, subrayó que el templo es casa de oración "en la que cada uno expresa lo que lleva dentro y en la que los toresanos se unen en la fe y en la oración bajo los pies del patrón de nuestra ciudad". Además, subrayó que la ermita del Cristo de las Batallas también es escuela de fe en la que "tenemos que luchar por nuestras raíces y tenemos que preocuparnos de que el patrimonio de la fe prenda en los corazones de los jóvenes". Por último, el párroco invitó a los toresanos a "mirar a Cristo a los ojos y a escucharle para que seamos capaces de hacer lo que él nos dice, solo así nuestra vida se llenará de sentido y podemos construir sin derribar".

Una vez concluida la misa, los feligreses pudieron besar la reliquia de la Cruz, mientras que los cofrades se trasladaron a la hospedería para disfrutar de un aperitivo. Tras la comida campera y una animada sobremesa en compañía de familiares y amigos, numerosos vecinos se congregaron en la inmediaciones de la ermita para esperar, con emoción, la salida en procesión de la venerada imagen del patrón. Portada a hombros por los hermanos y al ritmo del himno nacional, interpretado por la Banda de Música "La Lira", la imagen abandonó la ermita para recorrer la pradera, ante la atenta mirada de los fieles devotos. Durante el desfile, la Virgen de la Guía acompañó al patrón de Toro. Tras la procesión, los participantes en esta romería regresaron al lugar en el que habían instalado las mesas y las sillas para reponer fuerzas y poner fin a la romería.

El presidente de la hermandad, Fernando Roldán, subrayó que la fiesta se desarrolló sin incidentes y que, en comparación con pasadas ediciones, la afluencia de participantes fue algo menor. Además, destacó que la hermandad cuenta con 438 hermanos y volvió a reiterar la petición realizada al Ayuntamiento para que se acometan mejoras en la pradera. Por su parte, el alcalde, Jesús Sedano, remarcó que los toresanos cumplieron un año más con la tradición de "bajar a la ermita", aunque también reconoció que la afluencia de personas fue menor que otros años.