Cáritas Interparroquial de la zona de Toro no notó en 2014 la mejora económica anunciada por los medios de comunicación. Durante el último año, la entidad -que gestiona la acción de todo el arciprestazgo de Toro, que se extiende por todo el alzo hasta la comarca de La Guareña- atendió prácticamente al mismo número de personas que en el año 2013. Lejos de ver la luz de la recuperación, los usuarios se han estancado durante los últimos años.

La situación no ha cambiado, y alrededor de 936 personas continúan precisando de la ayuda de Cáritas, que intenta dar apoyo a las situaciones de pobreza y exclusión social. Sobre todo, la acción se centra en las familias con pocos recursos económicos que sufren problemas debido al desempleo, la desestructuración familiar o la falta de vivienda.

Además de estas atenciones familiares, también se mantuvo el número de ancianos atendidos en la Residencia San Agustín de Toro, hogar de alrededor de 130 personas. En ella operan medio centenar de trabajadores y casi una decena de voluntarios para dar atención a los residentes.

Durante 2014, los alrededor de 20 voluntarios fijos y los voluntarios itinerantes y el sacerdote responsable de Cáritas Interparroquial Toro, Roberto Castaño, organizaron diferentes actividades para recaudar fondos, como el festival flamenco o distintas campañas de "operación kilo" para recaudar alimentos no perecederos para estas familias, en colaboración con distintos colectivos que operan en la ciudad de Toro, como alguna de las cofradías de la ciudad, que han organizado distintas actividades en beneficio de Cáritas, como también han hecho de forma voluntaria algunos grupos de canto o baile.

La atención a las familias es uno de los principales cometidos de Cáritas Interparroquial Toro, que ha visto cómo en los años de la crisis sus actuaciones han aumentado alrededor de un diez por ciento, como reconocía en una entrevista a este periódico su coordinador, el sacerdote Roberto Castaño. Aunque, si miramos atrás, las cifras han mejorado desde el peor año de la crisis -en 2010, Cáritas tuvo que atender en la comarca a más de 1.200 personas, sobre todo inmigrantes y familias en situación crítica con programas tanto de alimentos como de ropa o material escolar-, preocupa que, desde entonces, las cifras se hayan estabilizado en torno a las 950 personas, con oscilaciones de apenas una decena de atendidos en los últimos años. En 2011, fueron 989 los atendidos, mientras que en 2012 la cifra alcanzó los 945. En 2013 y el pasado año, la cifra se ha estabilizado en 936 personas que han necesitado la ayuda de Cáritas para salir adelante.

Los más atendidos durante los últimos años han sido las familias y los inmigrantes de la zona, afectados en gran medida por el creciente desempleo. Aún así, a muchos aún les cuesta recurrir a la ayuda de Cáritas, que busca otros mecanismos para ayudar de forma más solapada a familias que les consta que se encuentran en situación de necesidad. Como reconocía Roberto Castaño hace unas semanas, aún pasarán "al menos un par de años" antes de que las mejoras en los indicadores macroeconómicos comiencen a notarse en las pequeñas economías domésticas de la zona.

Además de la recogida de juguetes, material escolar o alimentos, también desde Cáritas llaman a la donación dineraria para poder adquirir productos perecederos para las familias y también para ayudarles con el pago de facturas de la luz, el agua o la calefacción, uno de los aspectos que más usuarios precisan, sobre todo en los hogares durante los meses de invierno.