Natacha Alfageme y Judit González, ambas vecinas de Vezdemarbán, acaban de regresar a España tras completar el primer raid solidario «Unidesert» por las dunas del desierto del Sáhara. Una experiencia que ha servido a ambas para cerciorarse de que el mundo occidental tiene más de lo que necesita y en la cual han podido comprobar cómo «con muy poco, se puede hacer una gran labor con los niños más desfavorecidos». Durante los cinco días en los que se ha desarrollado este rally solidario, las jóvenes zamoranas han podido vivir multitud de situaciones «impensables» para ellas hasta unas pocas semanas atrás y, además, han cumplido su cometido de repartir los 38 kilogramos de ropa de abrigo y material escolar que portaban en su coche entre las diferentes poblaciones por las que han pasado durante su periplo por el desierto.

Judit y Natacha decidieron emprender esta aventura con la esperanza de conseguir una gran experiencia de vida. Pero, sin duda, han superado las expectativas por todo lo alto. Conduciendo un Citröen AX de 1989 acondicionado con la ayuda del novio de una de ellas para aguantar las embestidas de la arena, las de Vezdemarbán completaron las cinco etapas del rally prácticamente sin indicentes. Ambas formaron el único equipo íntegramente femenino de cuantos participaban en el evento, dirigido a universitarios con sed de aventuras. Y, recién llegadas, ya piensan en repetir.

«Nos hemos metido por sitios impensables y nos hemos visto en situaciones que jamás imaginamos», explicaba Natacha en unas declaraciones recogidas por EFE. «A veces nos mirábamos y nos preguntábamos qué hacíamos nosotras dos haciendo el gamberro en medio del Sáhara», declaraba en broma.

Sin embargo, la experiencia ha servido para purificar su pensamiento de cara a cualquier planteamiento de la vida a los que se puedan enfrentar a partir de ahora. «Una se da cuenta de que tenemos de todo, muchas cosas que no necesitamos y que este mundo no está para nada equilibrado», explicaba la jóven.

El principal objetivo de este rally, más que la clasificación final, era el de llevar elementos de utilidad para los niños del Sáhara. Y ese fue el premio que Natacha y Judit se trajeron de Marruecos. «Lo que más llama la atención es la sonrisa de los niños; con un bolígrafo o un balón se volvían locos», detallaba Natacha. Además, en su Citröen llevaron 38 kilos de ropa de abrigo que quedaron bien repartidos por las diferentes poblaciones que encontraron en su camino por el desierto.

Como único punto negativo, quizá, está el de la mecánica. Antes de partir ya declararon que «para nada» eran expertas en estas lides. Pero, aún así, tampoco fue un impedimento en su camino. Tan solo en el penúltimo día de competición, se les dobló el gancho y se les rompió el manguito a la hora de ser remolcadas en la arena. Una avería que se complicó con la rotura de la junta de la culata tras volver a emprender el camino. «Los mecánicos de la organización son unos fenómenos y nos lo apañaron esa misma noche; el coche consiguió aguantar hasta el final», comentaba Natacha.

Una vez de vuelta a España, ambas trabajan en el montaje del material videográfico que han captado durante el raid. Sin embargo, sus cabezas todavía parecen estar en el desierto, con los niños y el espectacular ambiente vivido durante las cinco etapas. «Allí encontramos un remanso de paz», explicaban.