Centenares de toresanos despidieron ayer, sumidos en una profunda tristeza, a la joven Mari Carmen S. C. que fue hallada muerta el pasado domingo en su celda de la prisión de Villanubla, en la que permanecía recluida a la espera de juicio, tras ser acusada de la muerte por asfixia de sus dos hijos. Pasaban pocos minutos de la una de la tarde cuando el coche fúnebre accedió a la plaza de la Santísima Trinidad en la que, numerosos toresanos y algunos amigos de la fallecida que se desplazaron a Toro desde Valladolid, esperaban la llegada del cuerpo de la joven, de 41 años de edad, para darle el último adiós.

Detrás de los dos coches fúnebres que, además del féretro, portaban numerosas coronas y ramos de flores, llegaron a la plaza los padres y hermanos de la fallecida que, en su rostro, reflejaban el dolor por tan trágica pérdida. Numerosos toresanos esperaban ya en el interior de la iglesia de La Trinidad en la que se celebró la misa de funeral por Mari Carmen S. C. y que fue oficiada por uno de los párrocos locales. Muchas de las personas que ayer asistieron al funeral también se acercaron horas antes al tanatorio ubicado en el camino del cementerio para arropar a su apenada familia.

Cerca de 45 minutos se prolongó la misa de funeral en la iglesia de La Trinidad, muy próxima al domicilio en el que residen los padres de la joven, y en la que, en todo momento, el respeto y la tristeza marcaron el oficio religioso. Una vez concluida la misa, algunos toresanos, esperaron a la puerta del templo la salida de los padres y hermanos de la joven para darles el pésame, conscientes de que, a pesar del intenso dolor que sienten, en momentos tan duros necesitan las continuas muestras de cariño que han recibido en los últimos días. En pocos minutos, los asistentes a la misa de funeral abandonaron la iglesia de La Trinidad y muchos de ellos se desplazaron hasta el cementerio municipal de Toro en el que fue enterrada la joven. «Es una pena», fue el comentario que más se repetía ayer a las puertas de la iglesia de La Trinidad porque muchos toresanos conocían a la joven desde la infancia y nadie esperaba un final tan trágico, aunque también reconocían que con su muerte ha puesto fin al sufrimiento que sentía por el fallecimiento de sus hijos, en diciembre del año 2010.

De hecho, allegados a la joven que en los últimos meses la habían visitado en el centro penitenciario de Villanubla en el que permanecía recluida a la espera de la celebración del juicio, aseguraron que «estaba muy desmejorada» y que, hasta hace poco tiempo, preguntaba por sus hijos, porque no era consciente de lo que había ocurrido, por los efectos del tratamiento médico al que estaba sometida.

En diciembre del 2010, la muerte de los dos hijos de Mari Carmen causó una gran consternación en la ciudad porque muchos de sus amigos la recordaban como una «chica muy alegre y extrovertida y con una vitalidad tremenda». Por un «complejo y doloroso» proceso de separación de su esposo, meses antes de la muerte de sus hijos, la joven había perdido bastante peso y algunos de sus amigos apuntaron que podría estar sumida en una profunda depresión, pero nunca pensaron que podría hacer daño a sus pequeños porque «se desvivía por ellos». Muchos toresanos conocían a Mari Carmen S. C. porque estudió en el colegio Amor de Dios y, cuando finalizó esta etapa, cursó un módulo de Formación Profesional en el instituto González Allende. Tras contraer matrimonio, la joven se trasladó a vivir a Valladolid, aunque nunca perdió el contacto con su ciudad natal.