Ruth Viñas ocupa el cargo de vicedirectora de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid, pero todo apunta a que, a partir del 1 de septiembre, será su nueva directora, puesto que el actual director, Javier Peinado, se jubila y deja su cargo en esa fecha. Asumiendo esta posibilidad, Viñas estuvo presente durante la reciente firma del convenio que asegura la continuidad de la relación entre la Escuela y Toro, entre el todavía director de la Escuela, Javier Peinado, y el presidente de la Fundación González Allende, José Navarro Talegón.

-¿Qué significa para la Escuela de Restauración la relación que mantiene con la ciudad de Toro?

-Es fundamental, y aunque hay muchas instituciones con las cuales se colabora, Toro es emblemático porque es el sitio con el que siempre contamos porque sabemos que cada año ha habido una relación maravillosa con los responsables de la ciudad, que han facilitado siempre las cosas. Sabemos que se ha trabajado maravillosamente porque los alumnos se han encontrado muy cómodos y se ha facilitado todo, aparte de la riqueza de patrimonio, que sabemos que siempre son obras de primerísimo interés, no sólo desde un punto de vista cultural, sino también docente. Toro tiene un vasto patrimonio, inmenso, que para la Escuela tiene el gran interés de poder colaborar, así que, pedagógicamente es muy interesante.

-¿Qué les aporta a los estudiantes el trabajo en esta ciudad?

-La experiencia de trabajar con obras muy interesantes, tanto las que se hacen en los talleres en la Escuela, como las que pueden realizar aquí, con tratamientos in situ. Es un enriquecimiento maravilloso, porque, aunque la Escuela se intenten abordar muchísimas casuísticas, no es lo mismo poder hacer tratamientos in situ, y no en todos los sitios a uno le pueden facilitar los medios y un alojamiento como sucede aquí, y la amabilidad con la que se les trata.

-¿Qué destaca del patrimonio de Toro?

-El gran conjunto de obras de todas las categorías. Y también el tener una Fundación, la Fundación González Allende, que se está encargando de su salvaguarda, ya que no todos los lugares con un patrimonio tan grande tienen la suerte de contar con gente como José Navarro Talegón, con tanta fuerza y con tantas ganas para implicarse y para dar de sí todo lo que sabemos que da, y eso es encomiable.

-Es la Fundación González Allende la que impulsa esta estrecha relación, ¿no es cierto?

-Efectivamente, es un trabajo muy concreto de la Fundación, y de hecho, siempre en los libros de registro de la Escuela es la Fundación la que figura como responsable de las piezas. Si no fuese por la labor de la Fundación, seguramente todo el trabajo que ha hecho aquí la Escuela no hubiera sido igual de fácil, la relación no hubiera sido igual. Si hay que destacar algo es la labor de la Fundación.

-Su padre, Vicente Viñas, un pionero de la restauración del papel, también tuvo relación con Toro.

-Sí, aunque no sé qué tipo de documentos se restauraron exactamente, pero hubo relación, porque aparte de ser profesor, estuvo trabajando en el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, y allí desarrolló su labor como jefe del servicio de libros y documentos, y una ciudad tan importante como Toro, con un patrimonio con tanta riqueza, estoy segura de que un montón de documentación importante llegó al Instituto de Restauración, aunque no sé si alguna la haría él personalmente, pero seguro que sí bajo su dirección.

-¿El amor por este trabajo le viene de su padre?

-Me viene de antiguo, claro, lo llevaba viendo desde pequeñita. Mi padre fue pionero en la conservación de documentos gráficos en España, una especialidad que no existía casi, y él era una persona muy innovadora, con mucho ingenio, que siempre decía «no me des problemas, dame soluciones», siempre buscando el punto positivo de las cosas y cómo arreglarlas. Y esto es algo que he vivido y sentido en casa, y también el amor a la docencia, porque mi padre también fue profesor en la Escuela de Artes Aplicadas, en restauración de libros, y también fue director de la Escuela. Seguir sus pasos, que es a lo que la vida me va llevando, es un esfuerzo que alguien que no haya tenido ese interés, ese apoyo y esa visión de las cosas, a lo mejor no hubiese hecho tanto hincapié en trabajar en esto, supongo que sí que me influye.

-Si pasa a ser directora de la Escuela, ¿se incrementará su relación personal con Toro?

-Sí, porque hasta ahora era una función del director como responsable de las distintas campañas, y si me toca tomar el relevo tendré una mayor cercanía con Toro y los lazos se irán estrechando, espero que incluso desde un punto de vista personal, como ha sucedido con el actual director. Para la Escuela es un honor seguir colaborando con Toro, y esperamos que la ciudad quiera seguir colaborando con la Escuela, y así pueda seguir existiendo esa simbiosis tan importante para ambas.

-¿Qué le puede aportar el puesto de directora de la Escuela?

-Es un reto muy importante, además en un momento clave porque nuestros estudios pasan ahora a ser Grado y se integran en Madrid en la Dirección General de Universidades, así que es un momento delicado, pero también es un reto interesante. Se afrontará con muchas ganas de trabajar y con mucha ilusión, que es lo que pondremos todo el nuevo equipo directivo, un grupo de personas con ganas de innovar, aunque también de seguir con las cosas que funcionaban bien, como los acuerdos con Toro, que son algo en lo que la Escuela se quiere basar y apoyar para relanzar la nueva titulación.

-¿Es habitual que se permita a los alumnos restaurar obras importantes, que se les dé esta confianza?

-Sí, porque siempre están las figuras del director y del coordinador de la campaña. Y también uno sabe a qué alumnos va dirigida cada obra, y cada campaña de trabajo va dirigida a un determinado perfil de alumnos. Nosotros les hemos enseñado y sabemos de lo que son capaces, y llevan el asesoramiento y el trabajo de un profesional.

-Por tanto, para el alumno que viene es una especie de premio...

-Sí, los alumnos saben, cuando entran a la Escuela, que las campañas no son obligatorias, sino voluntarias, de modo que entienden que esto es un premio. No van todos los alumnos que quieren, y si hay diez plazas van a ir los diez mejores, así que esto se hace por currículum y vienen los que sacan las mejores notas.

-¿Cuál es la media de alumnos de los cursos?

-El número de alumnos no viene por la demanda, que es alta, sino que hay un ratio profesor-alumno porque es una enseñanza sobre obra real, de una manera muy individualizada, que supone una gran responsabilidad hacia el alumno para que aprenda y hacia las obras que se están restaurando. Hasta ahora el ratio ha sido de uno a quince alumnos como máximo, pero ahora, con los nuevos planes de estudio, se ha reducido a diez por imposición legal. Y fue la Escuela la que lo pidió porque es lo que nos permite impartir una formación de excelencia, y que realmente accedan a los estudios quienes tienen un buen perfil, pues se cuida muchísimo su formación.

Murcia, 17 de diciembre de 1962.

Ha vivido siempre en Madrid, donde compaginó los estudios de restauración con los de psicología. Cuando terminó la carrera aprobó las oposiciones del Ministerio de Cultura y trabajó como restauradora de la Biblioteca Nacional; al mismo tiempo estudió encuadernación. En 1986 entró como profesora de restauración de documentos gráficos en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Madrid, que engloba las especialidades de documento gráfico, escultura, pintura y arqueología. Además, lleva más de una década como vicedirectora del centro.