Los toresanos volvieron a demostrar ayer la profunda y sentida devoción que profesan a su patrona, la Virgen del Canto. Pasaban pocos minutos de las once de la mañana cuando la comitiva oficial, integrada por representantes de la Corporación Municipal bajo mazas, la reina y las damas de las fiestas, la Banda de Música «La Lira» y numerosos ciudadanos, partía de la Plaza Mayor para completar el recorrido hasta la ermita de la patrona. Como manda la tradición, las mujeres lucieron con suma elegancia vestidas de viuda rica, labradora, otros trajes regionales o de novia antiguos, peineta y mantilla o vistosos mantones. Por su parte, los hombres eligieron para una ocasión tan especial capa castellana, traje y sombrero. Una vez completado el recorrido hasta la ermita, tuvo lugar la tradicional ofrenda floral con la que los toresanos rinden honores a su querida patrona.

De forma ordenada, los participantes en el desfile entregaron a responsables de la cofradía numerosos y vistosos ramos de flores que fueron colocados en el altar que alberga la imagen de la Virgen del Canto. Esta ofrenda floral se celebra desde hace 27 años y, con el paso del tiempo, se ha consolidado como uno de los momentos más emotivos de la fiesta de la patrona de Toro y su Alfoz. Una vez concluida esta ofrenda, numerosos ciudadanos accedieron al interior de la ermita para participar en la misa de fiesta aunque, por las reducidas dimensiones del templo, decenas de toresanos decidieron escuchar la ceremonia desde el pórtico. Durante la homilía de esta eucaristía, el vicario general de la Diócesis de Zamora, Juan Luis Martín, recordó su adolescencia cuando siendo estudiante en el Seminario Menor, se acercaba muchas tardes a la ermita para formular a la Virgen del Canto una petición: que le ayudara a ser sacerdote. Además, resaltó que «en estos tiempos de promoción y valoración de la mujer, puede ser iluminador contemplar desde la fe, la dimensión femenina de María». Así, invitó a todas las mujeres a que la Virgen se convierta «en un motivo importante para que apreciéis vuestra dignidad y reclaméis ese reconocimiento y aprecio en las relaciones, en las costumbres y en las leyes». En la homilía Martín también pidió a la cofradía de la Virgen del Canto que «sea en verdad una asociación cristiana de hombres y mujeres creyentes, entroncada en la Iglesia, articulada con la liturgia y solidaria hacia dentro, con los miembros de la propia cofradía, y hacia fuera ante las obras eclesiales y sociales, teniendo en cuenta a los más necesitados de cualquier clase y condición».