Este fin de semana se abre al público la exposición del ajuar funerario de Teresa Gil en una sala del museo del Monasterio del Sancti Spiritus, acondicionada especialmente para albergar esta muestra, donde va a permanecer desde ahora de forma permanente. En esta colección se puede admirar el ajuar funerario de Teresa Gil, esto es, la ropa con la que esta mujer fue enterrada, que tras una excelente conservación a lo largo del tiempo y una cuidada restauración de los tejidos, ahora acerca a los visitantes del museo a la forma de vestir de la clase nobiliaria de la Baja Edad Media.

El presidente de la Fundación González Allende, José Navarro Talegón, hace una relación de las piezas que se pueden admirar, y que componen una vestimenta típica femenina de las clases privilegiadas del siglo XIV; son el brial, la camisa y el tocado, expuestas en vertical, así como el velo, que es «una pieza sorprendente y muy bonita», un mechón de pelo, los guantes, que se mantienen rellenos con algodón, dos sábanas mortuorias, las ligas, restos del cojín y restos de pieles de la prenda exterior, que era un pellote, «una especie de pelliza de abrigo hecha con tiras de piel y, sobre ellas, unas telas delicadas de seda, que se han perdido».

Se han realizado unas vitrinas perimetrales para acoger las piezas, cuyo diseño ha sido elaborado, fundamentalmente, por Carlos Andrés Fernández, quien ya montó la exposición «Legados», junto a Bernardo Medina y al mismo Navarro Talegón, mientras que de su fabricación se ha encargado un herrero de Toro, Jesús de Castro. Estas vitrinas constan de una serie de cristales, colocados por la empresa zamorana Cristalerías Lantarón, así como por unas placas de madera laminada que se han situado en el torso y en la base de la vertical de las vitrinas. La parte inferior está compuesta por unas plataformas, que van forradas de un plástico metalizado que actúa como barrera, con la finalidad de impedir el paso de la humedad; sobre este plástico se ha colocado la tela recomendada por los centros especializados en tejidos de tipologías medievales, que es un lino descrudado. Finalmente, sobre esta base se han ido situando las diversas piezas del ajuar funerario de Teresa Gil.

Según precisa Navarro Talegón, estas piezas textiles, anteriores al año 1310, año en el que fallece Teresa Gil, poseen una importancia «muy considerable», debido a que en España apenas se conservan tejidos de este tipo, pues «el siglo XIV no dejó grandes cosas» en este sentido; sin embargo, señala que sí se conservan muchos textiles posteriores a esta época, e incluso anteriores, sobre todo islámicos, que son «muy interesantes».

Por otra parte, la sala cuenta con una iluminación adecuada, muy tenue, lo que se logra mediante unas lámparas de luz fría, «para que las ropas no sufran menoscabos». La temperatura, en cambio, «es imposible de controlar», lo que supone que se darán ciertos cambios térmicos, «aunque intentaremos que sean los menos posibles».

Para completar la exposición también se han colocado unos plafones en las paredes, «que se han realizado con el mismo criterio que el resto para que la sala tenga una cierta unidad», indica Navarro Talegón, y en ellos se expone una sucesión de fotografías ilustrativas del momento del encuentro de la momia de Teresa Gil, así como de la separación de los tejidos del cuerpo de la finada y de los tratamientos de restauración, «o sea, el prólogo de lo que se expone, que es el resultado final».

Este ajuar funerario fue descubierto en el año 2001 durante los trabajos de recuperación del sepulcro de Teresa Gil, campaña de rehabilitación promovida y financiada por la Fundación González Allende. En ese momento, el presidente de esta Fundación, José Navarro Talegón, solicitó la colaboración del Departamento de Tejidos del Instituto del Patrimonio Histórico Español para que llevara a cabo la restauración de las piezas encontradas, lo que se realizó en Madrid.

Recuerda Navarro Talegón que el sarcófago presentaba «unos repintes horrorosos», y en él se podían observar «las abrasiones que habían hecho con unas palancas de hierro para levantar la tapa»" en alguna época anterior, puesto que es de piedra arenisca, un material blando. La tapa del sarcófago es semi-hexagonal y «totalmente maciza», por lo que «pesa una barbaridad», de forma que con las palancas lo que se consiguió fue dañar un lateral de la caja. Esto hizo que Navarro Talegón dudara de la conveniencia de abrir el sepulcro; no obstante, finalmente «optamos por abrirlo, y nos encontramos con esta sorpresa», afirma, en referencia a la vestimenta funeraria. Tras la restauración de los tejidos encontrados, la Fundación González Allende se ha hecho cargo de financiar «de forma absoluta» todos los gastos que suponen el montaje de la exposición, la elaboración de las vitrinas, la iluminación especial de la sala...

Teresa Gil constituye una gran figura de la Baja Edad Media. Aunque nacida en Portugal, fue nombrada «ricahembra de Castilla», título otorgado a la nobleza española. Se presupone que fue amante del rey Sancho IV, lo que, aparte de muchos favores, también le supuso una rivalidad manifiesta con la reina María de Molina, quien le impuso el destino de primera abadesa perpetua del monasterio cisterciense de las Huelgas Reales de Valladolid en 1282. Gracias a su testamento, Teresa Gil se convirtió en la fundadora del Monasterio del Sancti Spiritus de Toro, pues en él ordenaba la construcción de este convento, en el que además está enterrada.