Hijo del fotógrafo toresano «Parra», fallecido en accidente de circulación hace casi cuatro años, José Luis de la Parra ha resultado finalista en los Premios Caja España de Fotografía 2009, fallados el mes pasado, con dos imágenes pertenecientes a la seria «Vuiewers» -una alegoría sobre «el silencio como parte del lenguaje y no como contraposición»-, una de las cuales ha sido seleccionada también para participar junto a otras 79 obras en la exposición que va a recorrer la región.

-¿De qué manera ha influido la figura de su padre en su decisión de dedicarse a la fotografía profesionalmente?

-Sí ha influido, pero no se ha dado esa situación típica de una persona que continúa la saga familiar. Es verdad que he mamado la fotografía desde pequeño a través de mi padre y de mi abuelo y que me gustaba mucho lo que mi padre hacía y, sobre todo, la pasión que sentía hacia la fotografía, pero todo esto no ha influido directamente en mi decisión, porque ya la tomé siendo adulto. Empecé a estudiar fotografía con 21 años y después me marché de viaje por Europa y en Londres me quedé varios años. Fue allí donde comencé a pensar en dedicarme profesionalmente a ello.

-Pero, dedicándose a este oficio, supongo que siempre está presente de alguna manera.

-Claro, claro y, la pena más grande, además de no contar con su presencia física, es que no haya podido ver el desarrollo de mi carrera en esta profesión que él quería tanto. Yo estaba en Londres cuando murió y al volver me quedé en Madrid y me dediqué a esto con todas mis ganas, de lunes a domingo; fue el momento real en que se produjo el cambio para que me centrara.. Cada vez que me dan un premio o participo en una exposición está más presente que nunca, sobre todo en lo de exponer, porque a él le gustaban mucho todos esos temas; cuando consigo algo es sobre todo mi madre la que no para de repetir: «si tu padre viera todo esto...».

-¿Cuáles son las pautas que marcan el desarrollo de su trabajo?

-Lo más importante es conciliar las dos situaciones que representan el proceso creativo, la visual y la textual. Se trata de darle sentido a la imagen a partir de las ideas que la generan y su representación. Yo siempre hago series, le doy una coherencia a las imágenes. Pueden surgir de una experiencia personal, de los amigos, de la familia...lo importante es estar abierto y la manera de hacerlo es observando lo que tengo a mi alrededor continuamente; absorbo de la calle, de la televisión, de la literatura y es eso lo que me lleva a hacer una serie.

-Su trabajo, por tanto, va más allá de hacer una fotografía sin más.

-Efectivamente, el proceso creativo es lo esencial de un trabajo, no se trata de hacer un foto por hacerla, sino que hay que estudiar meticulosamente una idea, conciliar, dar sentido a las imágenes, porque cuando vemos una exposición de fotos tendemos a decir: «esto lo puedo hacer yo», pero desconocemos el trabajo que hay detrás, que es un trabajo muy estudiado, profundo y muy serio.

-Lo suyo es la fotografía artística.

-La fotografía comercial también me gusta, es una forma de ganarme un sueldo, pasas buenos ratos, conoces gente, pero lo que llena mi vida es la artística. Estoy volcado en ella constantemente, aunque soy consciente de que no se puede vivir de ella y menos en España.

-¿Puede permitirse aplicar esa filosofía creativa de la que hablaba cuando realizas un trabajo comercial?

-Depende de la empresa para la que se trabaja. En las revistas o en las editoriales te imponen las pautas, pero, por ejemplo, en los catálogos de arte los manejas tú más, el campo es más abierto.

-¿Se considera un artista?

-No se si lo soy, pero lo que sí he hecho es crear, junto a otras dos personas, un Colectivo de Artistas Independientes con el cual gestionamos espacios expositivos que nos ceden para mostrar exposiciones de artistas emergentes.

-¿Qué inspira el objetivo de su cámara?

-Tengo dos ideas de trabajo. Por un lado me interesan los colectivos humanos definidos por razones estéticas o ideológicas, es decir, colectivos que están dentro de la sociedad pero que rompen con los estereotipos comunes. Desde esta perspectiva hice una en Londres sobre los «squatters», que son la nueva cara de los «ocupas», porque no se trata de gente que esté en contra del sistema o a la que mueva una ideología política, sino que son artistas de diferentes campos que ven en esta actividad una forma de poder desarrollar su trabajo. Esta serie me la publicaron el año pasado en la revista «Calle 20». Ahora estoy trabajando en otra sobre los «otaku» de Japón. La otra línea de trabajo es la figura humana y su capacidad de modificar y manipular su paisaje vital, por ejemplo los «backspace». Lo bonito sería seguir una línea única y yo tengo abiertas dos, pero algún día se unirán.

-¿Con qué formatos trabaja fundamentalmente?

-Habitualmente lo hago con soporte digital de 35 mm, que es muy beneficioso para la fotografía porque es más dinámico y de mucha más calidad, en contra de lo que piensan algunos, que creen que es mejor en sistema analógico. Además, el digital me permite trabajar todo el proceso y no dejar nada en manos de otros. Por otro lado, en el sistema analógico trabajo el medio formato y lo utilizo básicamente para hacer retratos. Utilizo las cámaras de mi padres y, generalmente, los formatos son de 135 por 105.

-¿Te gustaría exponer en Toro?

-Tengo casi cinco series cerradas, es decir, que tengo trabajo para poder exponer y me encantaría hacerlo en mi pueblo, al que quiero mucho, pero hace falta dinero, porque se trataría de colgar unas fotos y ya está, habría que cuidar muchas cosas y eso significa unos costes. Por supuesto que si el Ayuntamiento o alguna fundación mostrase interés, me gustaría muchísimo.

Valladolid, 1975

Aunque nació en Valladolid, dice que no le dio tiempo «ni a tomar el primer biberón» allí porque su tierra es Toro, donde vivió junto a sus padres y dos hermanos hasta que su alma viajera le llevó a recorrer Europa para acabar afincándose en Londres y después en Madrid. En la capital es donde desempeña su labor como fotógrafo comercial, ilustrador de catálogos de arte, de interiorismo o museísticos, ente otros, aunque su verdadera pasión es la fotografía artística. Estudió en Toro un módulo de fotografía dentro de la Formación Profesional y ya en Madrid cursó un máster en la Escuela Esti.