Un bolo de la espadaña que corona la alzada norte de la Colegiata, el acceso habitual al Templo se precipitó ayer al vacío desde una altura de doce metros. Aunque afortunadamente no ha habido que lamentar desgracias personales, ya que el accidente tuvo lugar de madrugada, los expertos y responsables del Templo han alertado sobre los riegos que corren los viandantes. Lo ocurrido ha servido además para poner en evidencia «el inquietante estado de conservación de gran parte de los motivos ornamentales» de la iglesia más emblemática de Toro, tal y como denunció el pasado año el comisionado de Patrimonio José Navarro Talegón en un informe remitido a la Consejería de Cultura de la Junta.

El campanario que remata el ornamento, en realidad medio bolo, no forma parte de la manufactura románica del templo sino que fue ejecutado por Jacinto de Córdoba a comienzos del siglo XVIII y está «aparejado con una piedra de granito, que expuesta a la intemperie, se meteoriza con facilidad». Hace ocho años se desprendió otro bolo del mismo campanario, los cuales están construidos con cantera de Sobradillo de Palomares.

José Navarro Talegón remitió el informe citado a Valladolid en marzo del 2006 y ha recalcado que hasta ahora «no le consta respuesta alguna». En ese documento se «preocupa» de diversos ornamentales «historiados», de estilo románico como es el conjunto de músicos de la última arquivolta de la puerta norte o septentrional, «un conjunto esplendido, eco del estilo del maestro Mateo, que sirve de modelo a la puerta de San Juan de Zamora», cuyos almenares «se ven muy meteorizados». También se encuentran en «estado deplorable» todos los elementos ornamentales de la ventana «más bonita» del alzado norte, que se encuentra inmediata a la torre y que es «deudora de los prototipos de Ciudad Rodrigo». La ventana está ejecutada en piedra arenisca «y se ve muy fisurada». En muy mal estado, según Navarro, también se encuentran la mayor parte de los capiteles del primer periodo de construcción de la iglesia, los cuales son según el comisionado «los mejores del monumento».

La puerta del alzado sur presenta asimismo «serios problemas», puesto que su guarnición, «preciosa, está prácticamente perdida». De la misma sólo se conserva un pequeño fragmento con «claro interés patrimonial», el cual si se desprendiese impediría llevar a cabo su reconstrucción, puesto que no existirían precedentes. Otro de los riegos para los viandantes lo constituye el estado de las cornisas más altas de la torre, «cuyos trasdoses recorridos por lima que recogen las aguas pluviales están encharcadísimos y se pueden desmoronar, sobre todo por el peso de los nidos de las cigüeñas. Otro motivo de atención lo constituyen los capiteles del Pórtico de la Gloria en su embocadura sur o meridional. El dedicado a la Pasión de Cristo está «en muy lamentable estado» y el dedicado a Dalila «tiene la cabeza de Sansón a punto de caerse».

En definitiva como dice Navarro estamos hablando del «un monumento capital en el arte Medieval español y merece más atención que la que le están dedicando». José Navarro «lamenta decir estas cosas», y le gustaría mucho más «comparecer ante los medios para reconocer a los responsables del mantenimiento y de la tutela de nuestro patrimonio cultural su eficacia, pero tengo que decir que sus intervenciones en Toro brillan por su ausencia».

Por su parte el párroco de la Colegiata Timoteo Marcos Gamazo, a incidido en que sucesos como estos «sirven como llamada de atención para que a quienes competen se den cuenta de que hay un deterioro no solo en esos bolos sino en toda la espadaña y otros elementos el cual habría que afrontar». El sacerdote explicó ayer que lo ocurrido ha sido originado por la humedad, pero ha alertado sobre el hecho de «que vamos hacia el invierno, las humedades aumentarán, y hay que hacer frente como sea a este problema». Según Marcos Gamazo hay más bolos con riegos de desprenderse y no solo eso, «sino canalones sobre los que vierte el agua y al haber mucha palomina, ésta hace de esponja y eso hace que el agua caiga permanentemente y que estén siempre húmedos con lo cual hay un riesgo de deterioro de la piedra y de que ésta acaba cayendo».

Asimismo ha recordado no sólo el informe elaborado por José Navarro Talegón sobre estos pormenores sino que existen un Plan Director elaborado por la Junta de Castilla y León hace unos tres años, el cual marca los lugares en los que habría que intervenir, pero «no se ha actuado para nada y ya es hora de que se tomen en serio el problema, como subraya el párroco».

La Colegiata es un monumento capital de la fase estilística de la transición del románico al gótico, «cuya propuesta inicial encuentra justificación dentro de un ambicioso programa concebido en el reinado de Fernando II de León para acrecentar y fortificar la plaza de toro por su estratégica posición fronteriza frente al recinto hostil de Castilla», según la descripción hecha por el propio Navarro. Su construcción «accidentada», paralela al devenir histórico de la ciudad se prolongó durante unos 120 años concluyendo a últimos del siglo XIII con el cerramiento de la gran portada de la Majestad y con la elevación de la iglesia a la dignidad de Colegiata, unas aportaciones que se vincula a Sancho IV y María de Molina y que se enmarcan «en la serie de promociones de los mismos monarcas, tendentes a dinamizar este núcleo urbano debilitado por efecto de la conquista y ocupación Bética».