Viñas andantes, botas y botellas de vino de Toro, naturalmente, abrían ayer tarde la comitiva carnavalera unificando dos de los símbolos más importantes de esta tierra: sus caldos y sus carnavales. El conjunto fue muy aplaudido por los espectadores, pero no lo fueron menos el resto. Le seguían de cerca los músicos pétreos de la Colegiata que por unas horas abandonaron el Pórtico, los mozos de San Fermín, las mojigangas, el salón del Oeste, un nutrido grupo de novias sin marido y dos fornidas hawaianas un poco despistadas con tanta nieve. También la familia al completo de Los Increíbles no quiso perderse los carnavales toresanos, ni dos lindas caperucitas y aún menos Heidi y Pedro, que no dudaron en pasear una cabra de carne y hueso por las vetustas calles toresanas. Una colchonera les iba a la zaga apaleando un viejo colchón de lana, mientras una pareja de indios trasladaba a su bebé, de los de verdad, entre mantas de pieles. Otra familia, ataviada con elegantes trajes confeccionados con periódicos, lucía el palmito entre Sancho y el molino de viento y un guerrero celta espectacular. Mientras tanto, a lo largo de todo el recorrido se intercalaban las murgas, poniendo la salsa y el colorido al desfile con sus bailes y sus elaborados trajes.

Marineros del Club Náutico de Toro, una marioneta algo alocada, angelitos, zíngaras, una pareja de gitanos cantaores y hasta una tuna femenina denominada "Los tunantes de Toro" se divertían con entusiasmo mientras el público coreaba las canciones que se oían a través de la megafonía que los acompañaba. Por no faltar no faltó ni el mismísimo bar de "Pasión de Gavilanes", aunque con unas "gavilanas" un tanto sospechosas. La ricachona, acompañada de dos botones cargados de bolsas y una jauría de caniches, también tuvo su presencia en el desfile, en el que una granja de vacas, pollos y animales varios anunciaba que ¨ni gripe aviar ni vacas locas". Romeo aprovechó los Carnavales de Toro para declararle su amor a una Julieta que le hablaba con dulzura pero con voz grave desde el balcón; quizá porque había sido tocado con las flechas de un Cupido subido en su nube motorizada. Los alumnos de la asociación Adfys también disfrutaron lo suyo con variados disfraces y tras ellos un grupo de "rastas" paseaba sin pudor un gigantesco canuto. Los indios con sus piraguas, las galletas toresanas, los "Monstruos S.A.", el coche de época o la locomotora "Comarcal Express" fueron otros de los grupos que se pudieron ver a lo largo de todo el extenso desfile. También se pudo contemplar un colegio de 1982 al completo, con sus empollones, la "seño", las niñas con coletas saltando a la comba.....; así como unas estupendas bailarinas de clásico con coreografía incluida. Y como en Carnaval todo es posible, una surfista californiana ondeaba su rubia cabellera al viento montada en unos patines que flotaban en el asfalto toresano. Impresionante fue ver a un joven emulando el coche de "Citroën" que se convierte en robot, un disfraz que fue muy aplaudido por los asistentes por el trabajo realizado y por el esfuerzo que hacía de quien lo portaba dada su aparatosidad. La comitiva la cerraban el coche de los cazafantasmas, los piratas, los cansados jugadores del Real Madrid, los topógrafos "Zaravencia", las bailarinas y una representación del Carnaval do Brasil a la toresana. En definitiva, un verdadero derroche de fantasía e ingenio que no defraudó a nadie.

Hoy miércoles concluyen los festejos del Carnaval de Toro con el tradicional entierro de la sardina. El cortejo fúnebre dará comienzo a las 20 horas y partirá de la Plaza de San Francisco para concluir en la Plaza Mayor, donde los asistentes serán «consolados» con una estupenda sardinada, regada con vino de Toro, que ha sido donado por la bodega Covitoro.