"Un impulso irrefrenable de acabar con la vida de su padre". Eso es lo que sintió Samuel L. S. la noche en la que estando su progenitor totalmente dormido, tumbado en la cama de su habitación, en el domicilio en el que convivían ambos en la localidad de Anna, Valencia, armado éste con una maceta de albañil comenzó a propinarle múltiples y contundentes golpes en la cabeza, según ha quedado probado y el mismo acusado reconoció ayer en el juicio celebrado por conformidad en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia.

El septuagenario, tras lograr levantarse a duras penas, trató de escapar de la casa pero se dio cuenta que la cadena de la puerta principal estaba echada. Su hijo, en tono supuestamente conciliador, le dijo de ir a la cocina a limpiarse la sangre, y una vez allí siguió con su brutal ataque, esta vez con un cuchillo con el que le causó diversas lesiones en la cabeza y cortes en brazos y manos cuando su víctima trataba de defenderse. En un momento dado su padre consiguió arrebatarle el arma y le asestó dos cuchilladas en defensa propia. Gracias a ello el hombre consiguió escapar del inmueble y salvar su vida.

La brutalidad de este intento de asesinato sin motivo alguno –no consta ninguna discusión o altercado entre padre e hijo el día de los hechos– solo puede explicarse ante un cóctel explosivo, la mezcla de cocaína y antidepresivos. Así lo acreditan los informes médico forenses, que concluyen que el procesado sufrió una "psicosis aguda por consumo de cocaína con alteraciones conductuales, que derivó en un episodio de agitación y heteroagresividad".

En el momento de los hechos, ocurridos la madrugada del 24 de agosto del pasado año 2021, Samuel L. S. tenía anuladas totalmente sus capacidades cognitivas y volitivas, de ahí que la Fiscalía solicitara su absolución al apreciar una eximente completa de intoxicación plena por consumo de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas.

Aunque finalmente se le absuelve del delito de asesinato en grado de tentativa, con la agravante de parentesco, tanto la fiscal como la defensa, ejercida por el letrado Carlos Torreño, llegaron a un acuerdo por el que se le impone al acusado una medida de seguridad de internamiento en un centro de deshabituación homologado –puede ser público o privado– por un plazo máximo de once años y tres meses. Además, el padre ha renunciado expresamente a cualquier tipo de indemnización por las lesiones y secuelas padecidas. El hombre, de 70 años, sufrió múltiples heridas abiertas en el cuero cabelludo, deformidad en ambas manos por los cortes al tratar de protegerse, y lesiones que requirieron de tratamiento quirúrgico.

Estaba jugando a un videojuego

La noche de autos el padre de Samuel se marchó a dormir sobre las 23.00 horas después de que la jornada hubiera transcurrido con total normalidad y cordialidad con su hijo, con el que residía en el domicilio familiar, en el municipio de Anna, en la Canal de Navarrés. Por su parte, el acusado se puso a jugar a la videoconsola, concretamente al juego Assassin’s Creed, y a consumir cocaína. En total consumo un gramo de coca en un tramo de unas dos horas. Al mismo tiempo que también tomaba Sertralina, un antidepresivo.

Todo ello le llevó a perder el control de sus capacidades volitivas y, tras coger una maceta de la obra, entró en el dormitorio de su padre y, "de forma repentina y sorpresiva", comenzó a propinarle "múltiples, repetidos y contundentes golpes con la maceta de obra en la cabeza".

"Samuel, que vas a matar a tu padre, no te das cuenta de que me vas a matar", trataba de hacerle ver la víctima mientras se defendía y protegía con la ropa de la cama para amortiguar los golpes en un intento por hacer volver a su hijo a un estado en el que fuera consciente lo que estaba haciendo. Tras levantarse trató de huir, siendo perseguido por el acusado, quien le seguía golpeando con la herramienta.

El hombre, que ayer se ratificó en la declaración realizada ante la Guardia Civil, recuerda que en un momento dado su hijo, con un tono de voz aparentemente normal le dijo: "Vamos a la cocina, límpiate la cara y te quitas lo que llevas". Pero cuando se aproximó a la pila éste cogió un cuchillo de cocina y comenzó a clavárselo.

Tras escapar de nuevo del ataque ambos cayeron al suelo en el pasillo de la vivienda, momento que aprovechó su agresor para darle un mordisco en la oreja. Mientras forcejeaban en el suelo, la víctima cogió el arma blanca con la que su hijo le había atacado y le asestó dos cuchilladas «sin intención alguna de causarle dalos físicos y movido únicamente por la necesidad de huir de la vivienda y proteger su propia vida e integridad ante la brutalidad del ataque de su hijo».