El primer episodio de violencia sexual que vivió Rocío (nombre ficticio para proteger a la mujer) aconteció en su propia casa. "Ya convivíamos. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tenía 24 años. No quería tener sexo y así lo dije. Él insistía. Empezó insultándome: ‘Puta, no sirves para nada, vas a hacer lo que yo te diga’, además de gritar pegaba golpes en la pared. Me levanté y me fui a la cocina. Me siguió y agarró hasta llevarme a empujones al sofá. Me violó. Desgarros vaginales y moratones. Yo lloraba y le repetía que me dejase. Después de esta vez, vinieron muchas más". Así de crudo y así de real fue el infierno por el que vivió Rocío en el seno de una pareja.

Relatos hay, por desgracia, cientos de miles que atraviesan a mujeres cada día. Y cada vez son más las que lo manifiestan, lo denuncian y lo visibilizan. A pesar del imaginario colectivo que al pensar en una violación nos traslada directamente a un callejón oscuro, un acto violento y coaccionado de un desconocido sobre una mujer, la realidad es que hay tres veces más violencias sexuales dentro del seno de la pareja que perpetuadas por extraños.

Es una de las conclusiones que se extrae de un estudio realizado por científicas de la Universidad Complutense de Madrid, del Consorcio de Investigación Biomédica y en Red de Epidemiología y Salud Pública y de la Escuela Andaluza de Salud Pública y publicado en la International Journal of Environmental Research and Public Health y que indica que en España, el triple de mujeres han sido agredidas sexualmente por una pareja a lo largo de su vida (7,8%) que por otras personas (2,2%). Se publica en el momento de la aprobación de la "ley del solo sí es sí" que centra su razón de ser en la voluntad de la mujer. No cuánto se niegue o cuánto se resista. La violencia machista atraviesa en todas las etapas de la vida y, tal como señala el informe —que se basa en la Macroencuesta de Violencia contra las Mujeres 2019 realizada por el Ministerio de Igualdad entre una muestra de 9.568 mujeres de 16 años o más— "uno de los mitos más dañinos sobre las violaciones es el que afirma que el acto se comete por un extraño, por el estigma que caracteriza el abuso ‘doméstico’ como un ‘asunto privado’ más que un comportamiento criminal que debería recibir la atención de todas las de la ley". Dice, además, que el 44,5 % de las mujeres de más de 16 años han experimentado alguna vez violencia sexual por parte de conocidos o desconocidos.

Disociarse para protegerse

Rocío es una de ellas. Tanto sufría y tan a menudo pasaba por esta tortura en su propia casa que ·llegó un momento en que me disociaba cada vez que ocurría. Me veía a mí misma tumbada y sufriendo, era cómo estar viendo una película. Recuerdo que llegó un momento en que no sentía nada físicamente. Absolutamente nada". Disociarse, cuenta, era su método de defensa ante las violaciones continuadas a las que le sometía su novio, porque sabía que "si yo no cedía, se iba a poner muy violento". "Cuando terminaba —relata— me sentía como una auténtica bolsa llena de basura. Siempre me iba a la ducha porque me sentía muy sucia. Hasta su olor me repelía", explica, años después de esa violencia continuada y machista.

Violaciones que se repetían y que el agresor acompañaba con golpes alguna vez. "En mi cabeza se oía un ‘que acabe ya por favor, que me deje, que acabe ya’. Siempre lloraba. Por lo que decía que me tapara la cara, para no ver mis lágrimas", recuerda Rocío. Apunta que si alguien le pregunta por qué cedía "le diré que por miedo a sus gritos y golpes. Jamás me pidió perdón. Durante mi convivencia con él, y cómo maltratador de libro, me pidió perdón por los golpes y los insultos. Jamás por las violaciones". "Yo era su propiedad, su muñeca, su trapo. Las relaciones sexuales cada vez eran más violentas. Hasta que me quedé embarazada de mi hija. Superar cada una de esas violaciones me ha costado años y un rechazo a mantener relaciones con otros hombres. Fue un proceso duro y largo", cuenta.

Desde la asociación de ayuda y apoyo a mujeres víctimas de violencia de género Alanna explican que "la violencia de género es violencia psicológica, a veces violencia física, siempre violencia económica, violencia social y sexual y las víctimas casi nunca denuncian las violencias múltiples que reconoce el convenio de Estambul y nuestras propias leyes". Por eso, la entidad creó un protocolo de denuncia y lo distribuyó por asociaciones de su red e instituciones: "Todas las víctimas de violencia de género son víctimas de violencia sexual en su propia casa", denuncia Alanna.

Las jóvenes denuncian más

¿Por qué no denuncian muchas mujeres? El estudio mencionado revela que "un alto porcentaje de mujeres que no denunciaron violaciones fuera de la pareja fue porque no sabían que se podían presentar una denuncia. Otro alto porcentaje declaró que había resuelto el asunto por su cuenta. Este último punto levanta la sospecha de que las mujeres que respondieron de esta manera, en la práctica no hicieron nada para resolver la situación".

Por otra parte, el informe apunta que las mujeres que sí denuncian haber sido agredidas sexualmente, tienen un perfil que se acerca al de estudiantes universitarias: joven, viven en zonas urbanas, alto nivel educativo, usuario de Internet y bajos ingresos. "Quizás, como se dijo anteriormente, las mujeres de este grupo tienen una mayor conciencia social cuando se trata de identificar y verbalizar las agresiones sexuales", concluye el estudio.