El militar acusado de traficar con armas de guerra y su fabricación ilícita ha negado que hiciera ninguna compraventa ilegal, ha explicado que tenía armamento en casa pero con todas las licencias, ya que su pasión y su trabajo son las armas, y de hecho sufrió un trastorno adaptativo al ser jubilado.

La Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid ha celebrado este miércoles el juicio a Juan M.S.Q., un brigada de infantería ya retirado para el que la Fiscalía pide ocho años de cárcel por tráfico de armas de guerra, fabricación ilícita de armas de guerra y depósito de armas y municiones de guerra, al considerar probado que compró en Estados Unidos y otros países un elevado número de ese armamento para rehabilitarlo y venderlo ilegalmente.

En el registro de su domicilio el 12 de diciembre de 2012 se hallaron 15.743 cartuchos, dos granadas y abundante material para la rehabilitación de fusiles o pistolas, además de 4.000 euros y 2.800 dólares.

Este militar ya fue juzgado por estos hechos en 2019, pero el Supremo entendió que la Sala que le juzgó vulneró su derecho a la última palabra y ordenó repetir el juicio, según ha explicado a Efe su defensa, ejercida por el bufete PFSG Justicia.

Al declarar en el juicio este miércoles el procesado ha dicho que parte del arsenal hallado en su casa no era suyo, que no compraba armas por internet y un amigo americano, marine, nunca le envió piezas por correo. Tampoco las vendía fuera de lo legalmente establecido.

Sí ha reconocido que su "pasión y afición" son las armas, por lo que llegó a tener hasta cincuenta, pero "siempre bajo control administrativo".

"He estado 35 años en el Ejército, es mi pasión mi vida... y soy coleccionista de armas, son mi pasión también", ha dicho Juan M. S. Q., quien ha puesto de relieve que sufrió un trastorno adaptativo mixto tras ser jubilado en las Fuerzas Armadas (en 2016). Ahora tiene reconocida una discapacidad del 33 por ciento y sigue en tratamiento psiquiátrico.

Ha confirmado que tuvo relación con un ciudadano americano y otro belga, tras ir a esos países a entrenarse militarmente con el fin "de ser el mejor preparado de todos" en las misiones que hacía en el extranjero, en países como Afganistán o Líbano.

Compras en EEUU

"No tenía intención de usar lo que había en mi casa con fines delictivos, ni para hacer daño a personas físicas ni edificios", ha asegurado.

Un guardia civil experto en armamento que investigó al procesado ha relatado cómo, en colaboración con las autoridades de Estados Unidos, sospecharon que un ciudadano americano envió en varias ocasiones piezas de armamento al encausado, que luego se encontraron en su vivienda.

Además constataron compras suyas en una armería belga que era "un foco de ilegalidades".

Este perito ha explicado que legalmente esas partes de armas, como cañones, se consideran armas, y que en la casa del procesado había numeroso armamento y munición, con una habitación habilitada como taller clandestino para ensamblar en el que tenía una prensa hidráulica de cinco toneladas.

También encontraron una tarjeta de visita con el nombre del encausado, su teléfono y correo electrónico, que se presentaba como experto en armas y comerciante de piezas, y una contabilidad casera sobre lo comprado y vendido.

Dos miembros del Tédax han explicado que en la vivienda del procesado había dos granadas de mano, una solo para instrucción pero otra real.

Al término del juicio la Fiscalía ha mantenido su acusación, relacionando al acusado con una organización criminal, mientras su defensa ha pedido la absolución dado que todos eran armas inutilizadas o piezas de armas que no se deben considerarse armamento de guerra.