¿En qué momento pensó que saltar de un acantilado de 22 metros sobre el mar era una buena idea? Varios expertos consultados por Diario de Mallorca analizan las claves psicológicas que provocaron el jueves la muerte de dos turistas en Calvià (Mallorca). Un británico de 34 años falleció al caer tras deambular por el exterior del balcón de un hotel en Magaluf, y un holandés de 31 años murió ahogado tras saltar de la parte más alta de las islas Malgrats. Y el fenómeno prosigue: el viernes una joven sufrió graves lesiones al saltar al mar desde unos diez metros de altura en Cala Varques, en el término municipal de Manacor.

El psiquiatra Miguel Lázaro, el psicólogo Javier Torres y el médico forense Javier Alarcón diseccionan las claves psicológicas del fenómeno, marcado por tres claves: el consumo de sustancias tóxicas, el exhibicionismo en las redes sociales y una subestimación del riesgo en época de vacaciones.

De entrada, los tres expertos señalas claras diferencias en los dos casos registrados el jueves. Todos los indicios recogidos por los investigadores apuntan a que la muerte del británico que se arrojó desde el séptimo piso de un hotel en Magaluf estuvo marcada por el consumo de alcohol o drogas. Por contra, el caso del turista holandés que se lanzó al mar desde un acantilado en las Malgrats y falleció ahogado tras un tremendo impacto contra las rocas estaría provocado por un afán exhibicionista, la de grabar un vídeo que colgar en las redes sociales.

"Todas las conductas, incluso las más irracionales, tienen una explicación", apunta el psiquiatra Miguel Lázaro. En los dos casos registrados el jueves se trataría situaciones en las que se subestiman las consecuencias. El del fallecido en Magaluf estaría marcado por el consumo de sustancias tóxicas, que provocan una desinhibición y una falta de percepción del peligro. El segundo caso, el del hombre que saltó desde un acantilado de las Malgrats mientras su pareja le grababa, tiene unas connotaciones distintas. "El lóbulo frontal del cerebro, donde reside el juicio, parece que está de vacaciones", explica, "y parece que la decisión la toma el sistema límbico del cerebro, que gestiona las sensaciones y emociones. En una situación así, el lóbulo frontal, que es el que me frena, no actúa, mientras que el sistema límbico está a tope".

El psiquiatra percibe también un afán de exhibicionismo, al grabar el vídeo del salto con la intención de difundirlo en redes sociales y advierte sobre el peligro de conductas miméticas. "Existe el riesgo de que Mallorca se asocie a estos actos, que se extienda a otros turistas que asocien las vacaciones con estas sensaciones".

El decano del Colegio de Psicólogos de Balears, Javier Torres, coincide al señalar las diferencias entre los dos casos mortales. El de Magaluf estaría marcado por el consumo de droga o alcohol, que habría provocado que el británico no fuera consciente del riesgo. "El de Malgrats parece el caso de una persona hambrienta de adrenalina, que no valora las consecuencias de sus actos, ni para sí ni para las personas de su entorno. Nos encontramos con algo, el salto de un acantilado para grabar un vídeo, que se está convirtiendo en una moda, buscar un vídeo extremo de una proeza, para conseguir un máximo de likes y visionados en las redes sociales. Es duro decirlo, pero igual que las campañas de tráfico, este vídeo puede lograr una mayor sensibilización de la gente y evitar estas conductas".

Torres defiende además la importancia de limitar el consumo de alcohol para frenar estas conductas.

El forense Javier Alarcon apunta, en el caso de Magaluf, a un cuadro de delirio provocado por el consumo de sustancias tóxicas, mientras que en el de Malgrats percibe una necesidad de exhibirse. "Es una conducta habitual, queremos conseguir el aprecio de la gente. El problema surge cuando estamos dispuestos a ponernos en riesgo para conseguir esta aceptación".

Alargón señala que no es nada nuevo. "Internet está lleno de imágenes de gente que muere haciendo estos vídeos extremos, es el camino de la popularidad fácil".