Frío como un témpano de hielo –la misma frialdad que demostró el pasado domingo cuando asestaba cada una de las cuchilladas a su hijo–, sin mostrar ningún atisbo de arrepentimiento durante la hora y media que duró su declaración ante el juez, relatando con detalle su brutal crimen mientras Jordi, de once años, sangre de su sangre, trataba de escapar del domicilio paterno, en Sueca. E incluso llegando a culpar a su víctima del asesinato del pequeño por haberle abandonado. "Si hubiera vuelto a mi lado esto no habría pasado", soltó con desprecio hacia su expareja y madre del menor el parricida, presunto hasta que haya una condena en firme de prisión permanente revisable, máxima pena que contempla el código penal y a la que se enfrentará en una fase más avanzada del procedimiento. 

José Antonio A. C., de 47 años, se encuentra ya en prisión después de que el titular del Juzgado de Instrucción número cuatro de Sueca, en funciones de guardia y además el competente en la causa al ser el encargado de violencia contra la mujer, acordara ayer su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin posibilidad alguna de fianza. El auto de ingreso en prisión recoge hasta cuatro delitos. Por un lado el asesinato por la muerte alevosa del menor, sin capacidad de defenderse ante el ataque de su padre –lo que supone también la agravante de parentesco– armado con un cuchillo de pequeño tamaño. También por el maltrato psicológico a la madre por violencia vicaria. El propio arrestado reconoció ante el juez que acabó con la vida de su propio hijo porque sabía que era lo que su exmujer más quería en este mundo, para causarle un dolor inhumano. "Está muerta en vida, solo quiere irse con su hijo", indicaron fuentes del entorno de la madre del pequeño. 

Además se le imputa un episodio de malos tratos ocurrido en marzo de 2021 -anterior al de la condena- cuando arrojó a su pareja sobre la cama y la cogió fuertemente del cuello, y un delito de quebrantamiento continuado de condena por incumplir de forma reiterada la orden de alejamiento de 200 metros y de comunicarse con su expareja y madre del niño que dictó este mismo juzgado en el mes de agosto tras un juicio rápido.

De hecho, desde que se separaron el pasado verano el presunto asesino había estado acosando a su ex con mensajes y llamadas incesantes para que volviera con él. "Tenía miedo y pensaba que si lo denunciaba iba a ser peor", argumenta una amiga de María Dolores. La misma noche antes del crimen y a lo largo de la mañana del domingo 3 de abril, José Antonio A. C. realizó decenas de llamadas a su expareja y le mandó mensajes exigiéndole ver al niño, haciendo caso omiso a la prohibición de comunicarse con su víctima dictada por el juez junto a la condena de 40 días de trabajos en beneficio de la comunidad, y que todavía estaba en vigor. 

"No se puede ser buena, se lo llevó esa mañana para que estuviera unas horas con su padre y celebrara el cumpleaños con él y mira lo que quería", se lamenta Mari Carmen, quien también se muestra muy crítica con la decisión del juez de no prohibirle las visitas. "No tenía otra que dejárselo, si no se exponía a que él le denunciara por incumplir el régimen que había marcado el juez", expone esta amiga, a la vez que aclara que de todos modos no llegaba a fiarse del todo y nunca lo dejaba quedarse a dormir, "lo solía dejar los domingos una hora o dos".

"Quería matarlos a los dos"

El día del crimen el presunto asesino le pidió que se quedara ella también a celebrar el cumpleaños del niño, «quería matarlos a los dos», sostiene esta amiga sobre las intenciones del parricida. No obstante, la madre, que le tenía pánico pero que jamás pensó que pudiera hacerle ningún daño al hijo de ambos, acudió a Sueca acompañada por la abuela materna, y dejó al pequeño en la esquina, para no acercarse a su agresor. Eran las 13.00 horas. Tan solo media hora después, cuando ya había regresado a Cullera, municipio en el que reside, su hijo le mandó un audio pidiéndole que fuera a recogerlo, que no quería estar con su padre.

La mujer, asustada le llamó y escuchó un grito. Acto seguido y sin poder hablar con el pequeño para saber cómo estaba se dirigió rápidamente hacia Sueca, al tiempo que llamaba a la abuela paterna, que vive en las proximidades de su hijo. Cuando la anciana llegó a la casa, en la calle Rafael Hervás, el menor todavía estaba vivo, por los gritos que procedían del interior. Trató sin éxito de que su hijo le abriera la puerta, incluso intentó tirar la puerta a patadas. En el tiempo en el que corrió a avisar a la Guardia Civil, el asesino terminó de ejecutar su crimen