"Dos hijos, 36 años y toda la vida por delante. Buena, muy buena. Así era mi hija Mari Cielo". Quien habla es Antonio. Ha aprendido a vivir con el dolor, con la ausencia; Juana, su mujer, también. "A la fuerza, no ha quedado otra", reconocen. Su hija, Mari Cielo Cañavate, desapareció el 10 de octubre de 2007 en Hellín (Albacete). Fue a llevar a sus hijos al colegio y, en la puerta, le dijo a su hermana que se tenía que ir. Había quedado con su pareja, un hombre veinte años mayor que ella, casado y con hijos, con el que estaba terminando su relación. No regresó.

Su historia es dura, la de su ausencia, también la posterior. El crimen machista siempre fue la hipótesis más plausible. Se convirtió en certeza. Hubo un imputado -investigado-, fue enviado a juicio y condenado. La falta de pruebas y, sobre todo, del cuerpo lo puso en libertad. Su familia vive desde entonces por hacerle justicia, por encontrarla, por descansar y porque Mari Cielo descanse en paz.

Una carta anónima y cruel llegó al buzón de la casa de Mari Cielo: "buscadla donde están las putas en Albacete, allí está con Marta del Castillo"

"El día 4 de octubre -casi una semana antes de desaparecer- mi hija me dijo que si le podía cambiar el bombín de la puerta", recuerda Antonio. Tiene 75 años, muchas batallas libradas y la memoria intacta. "Me dio 20 euros, bajé a una ferretería y se lo cambié". Tras hacerlo, Mari Cielo me pregunta: "papá, si desaparezco, ¿me vas a buscar?". La frase resuena en su cabeza desde entonces. La busca, no se detiene, pero no la encuentra. "Ya sabía que estaba en peligro, pero no me lo quiso contar".

Mari Cielo tranquilizó a su padre: "No pasa nada". Tanto, que el propio Antonio pensó que estaba dibujando una escapada temporal: "Si te vas con alguien, en la papelera del WC, donde sea, déjame algo, Mari, déjame algo". Eran padre e hija, y mucho más "confidentes, amigos". Una semana después, cuando se perdió su rastro, buscó una nota, un mensaje. Rastreó. No la encontró.   

"Mi nieto, el chiquillo, tenía un móvil en la mano, y estaba grabando todo lo que estábamos hablando. Esa grabación, con la pregunta que me hizo, la tiene la policía". Es la página que abre el atestado policial.

Fotos familiares de Mari Cielo con sus hijos Kiro y José Luis cedidas por la familia.

Los niños salen del colegio, Mari Cielo no está

Míercoles por la mañana. 10 de octubre. Mari Cielo lleva a sus hijos al colegio. El pequeño, José Luis, tenía 7 años. Kiro ya ha cumplido los nueve. La rutina siempre es la misma, junto a su hermana Rosa lleva a los críos a clase, después acerca a esta a trabajar.

"Ese día le dice a su hermana que se va, que viene Paco", cuenta su padre. Se refiere a Francisco Ramírez, veinte años mayor que ella y vecino de Pozohondo, una localidad a 30 kilómetros de Hellín. Un tipo que nunca gustó a Antonio, pero que desde hacía dos años salía con Mari Cielo, "tenía muy malas referencias de él".

Mari Cielo, tras su separación con el padre de sus hijos, conoció a Francisco. Se enamoró, pero las mentiras turbaron y tumbaron la relación. "Llevaba tiempo diciendo que iba separarse de su mujer, que iban a vivir juntos", recuerda el padre de Mari Cielo. No se cumplió. Cansada de falsas promesas, decidió poner fin a la relación. Además, la mujer había recibido amenazas de uno de los hijos de Francisco.

"Te dejo, no te puedo llevar al trabajo que viene Paco y se enfada mucho cuando no estoy en casa", recuerda su padre que Mari Cielo le dijo a su hermana. Por el camino, confirmó de nuevo su posición. "Se encontró con su hermano: me voy, que me está esperando Paco".

Llegaron las dos de la tarde. La sirena del colegio dio paso a una embestida de niños saliendo de clase: gritos, saltos, carreras. Los hijos de Mari Cielo esperan. No está mamá.

Una corazonada llevó a Antonio a casa de Francisco: "Me dijo que me fuera o me pegaba dos tiros"

La alarma saltó de inmediato. Acudieron a la policía, "pero había que esperar 72 horas para denunciar". Una corazonada llevó a Antonio a casa de Francisco. "Me dijo que me fuera, tenía un arma, me apuntaba con ella, que si no lo hacía, me iba a pegar dos tiros. Le dije que era un asesino de mujeres, lo presentía, que me dijera dónde estaba mi hija". Nunca ayudó.

Mari Cielo en una foto del álbum familiar y el cartel que se difundió tras su desaparición.

"Mira, ya lleva a la rubia"

Pasado el plazo legal, la familia de Mari Cielo denunció formalmente la desaparición. La búsqueda empezó sin fuerza, "hubo mucha dejadez", lamenta Antonio. La Policía Nacional barajaba un abanico de hipótesis demasiado amplio. "Iba a diario a verles, a preguntarles. Se enfadaron, me prohibieron volver", asegura Antonio. "Estaba desesperado, solo quería saber dónde estaba mi hija, salvarla".

Llegaron las televisiones, los medios de comunicación. También los carteles con la alerta por desaparición. Con estos, los primeros testigos. "Un cazador de Isso, una pedanía de Hellín, me dice que aquel día ven a este señor en su coche con Mari Cielo. Que no tienen duda ya que, cuando pasaron, dijeron: mira, ya lleva a la rubia", cuenta Antonio.

El poderoso testimonio lo recogió el Grupo de Homicidios de Policía Nacional, que se sumó a la investigación. "Confirmaron que a las 10:30 horas la llevaba en el coche". Los testigos apuntaron algo más: "Dijeron que Mari Cielo llevaba la cabeza caída", revela Antonio. "Ya la había matado. Ya me la mató".

Causa de la muerte: estrangulamiento

El informe policial al que tuvo acceso la familia apuntó en la misma dirección: "Causa de la muerte: estrangulamiento. La cogió y la ahogó". Los primeros interrogatorios llegaron tarde. "Lo llamaron al mes y como testigo", no como investigado, aunque Francisco Ramírez acudió a declarar acompañado de un abogado.

Aseguró que esa tarde no salió. "Lo hizo", desmiente el padre de Mari Cielo. "Con un camioncito que tiene, con escombros y telas, dirección a Liétor (Albacete). Él dice que no, pero el repetidor ubicó su teléfono allí". La policía lo confirmó. "Ahí llevaba muerta a Mari Cielo. Por la mañana la mató y la llevó a la finca, por la tarde la sacó".

La familia sigue buscando el cuerpo de Mari Cielo.

"No la vais a encontrar, hijos de puta"

"Pasaron meses y no avanzamos nada, empezamos a hacer concentraciones", recuerda Antonio. "Cuando vinimos de una, recibimos un SMS en el móvil de mi señora: 'No la vais a encontrar nunca, dejad de buscarla, hijos de puta'". La Guardia Civil, determinó que fue enviado desde una cabina de Albacete. A la vez, llegaron cartas. Una que no olvidan ni olvidarán, por cruel, maliciosa, y porque apareció en el buzón de la casa de Mari Cielo: "buscadla donde están las putas en Albacete, en la carretera de Jaén, allí está con Marta del Castillo".

Los investigadores llamaron a Antonio, "me dijeron que ese asesino iba imputado como homicidio doloso, que había suficientes pruebas". Francisco Ramírez fue declarado culpable de homicidio por un jurado popular y condenado a 15 años de prisión.

A los cuatro meses, el padre de la desaparecida descolgó una llamada que nunca esperó. "Me llama una periodista: 'Antonio, ¿dónde estás?'. Le digo que en el campo. '¿Hay algo dónde te puedas agarrar?'. Digo sí, muchos pinos. 'Agárrate que la noticia es dura: este señor sale de la cárcel'. Aquella mañana, Ramírez quedó en libertad.

La familia de Mari Cielo siente que la justicia les dio la espalda.

La familia de Mari Cielo siente que la justicia les dio la espalda. VÍDEO: JOSÉ LUIS ROCA

La sentencia condenatoria fue recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla- La Mancha. Este rechazó tres apartados de la sentencia que la Audiencia Provincial había dado por probados: que Mari Cielo Cañavate está muerta, que el acusado es culpable de haber matado a Mari Cielo Cañavate y, por tanto, de un delito de homicidio. En enero de 2013, el Tribunal Supremo ratificó el fallo. Además, hizo pagar las costas del recurso a la familia de la desaparecida.

El alto tribunal sí que destacó que "existen vehementes sospechas de que el acusado ocasionara la muerte de Mari Cielo, pero esas sospechas no alcanzan el valor de prueba inequívoca y concluyente que habilita para dictar una sentencia condenatoria". Hay testigos, contradicciones, pero no hay cuerpo. Francisco salió.

"Que diga dónde está, aunque sea de forma anónima"

La familia de Mari Cielo busca y no descansa. "Solo queremos los cuatro huesos que quedan de mi hija para poder enterrarla y llevarle unas flores al cementerio", ruega Antonio.

Piden que no se olvide, que se reabra el caso para poder encontrarla: "No la buscaron como al resto de personas desaparecidas". Y piden a quien la mató "que muestre corazón, aunque sea de forma anónima. No nos interesa nada más".

Mari Cielo, "la sonrisa de Hellín", como la llamaban, confiada, buena, sigue sin estar. Sus hijos, ya mayores, "llevan su foto en sus teléfonos", cuenta Antonio, "con ellos siempre está". Juntos, padres, hermanos e hijos, luchan por ella. "Mari Cielo apagó su voz, pero aquí estamos nosotros, si ella no puede hablar, nosotros sí. Solo pedimos saber donde está".