Lucía acaba de cumplir 14 años. No es su nombre real y no está en casa durante esta entrevista. La niña está en el hospital de día, donde acude a diario a terapia y a las pertinentes sesiones que tiene pautadas con el psicólogo. Tiene diagnosticado Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y ha perdido el apetito. Sufre ansiedad, depresión e ideas suicidas desde que sufrió acoso escolar dentro y fuera del colegio, mediante las nuevas tecnologías y las redes sociales. Cuando la niña explotó y le contó lo que le había pasado a sus padres, estos la acompañaron a interponer una denuncia. Fue el 27 de abril de 2021 y relata episodios de acoso que empezaron seis meses antes, en octubre de 2020, con la participación de seis compañeros del colegio concertado donde estudia, en el barrio valenciano de la Malvarrosa. Dos de ellos tienen menos de 14 años así que son inimputables. Sin embargo, tampoco se ha celebrado juicio contra los otros cuatro.

Y es que el fiscal considera (y así consta en un decreto fechado en junio de 2021) que la causa debe ser archivada porque "no puede afirmarse que nos encontramos ante un supuesto de acoso escolar o delito contra la integridad moral, porque para ello se requiere y exige la existencia de comportamientos degradantes y humillantes, que causen un grave menoscabo en la integridad moral de la persona, y que se repitan en el tiempo con cierta intensidad, y sean susceptibles de crear en la víctima sentimientos de terror, angustia e inferioridad".

"Mi hija está en tratamiento pero no admitieron los informes como prueba", dice su madre Laura

Laura Gutiérrez, la madre de Lucía, se muestra indignada con esta reflexión. "Solo Lucía sabe lo que ha pasado y la cría está en tratamiento porque lo ha pasado muy mal. Yo fui testigo entre octubre y diciembre de 2020 de unos mensajes de audio que le enviaron por WhatsApp diciéndole de todo. Yo les dije que las bloqueara y entonces la atacaron por una red social. Luego la llamaron ocho veces por teléfono con mensajes donde le decían a la cría que se suicidara, que todos la odiaban y que no valía nada. Yo informé al colegio mediante un correo electrónico y me reconocieron en la respuesta que alguna profesora ya había intervenido en discusiones en las que habían visto a un grupo increpando a mi hija pero que era un tema complicado porque las amenazas se habían dado fuera del colegio y que podían velar por la convivencia en el colegio pero que lo que ocurre fuera excede a su control", explica la madre. Sin embargo, a la mujer ni la dejaron testificar ni aportar los correos electrónicos que llevaba como prueba.

La niña, durante meses, le cuenta entre poco o nada a sus padres, y éstos aseguran que, aunque eran conscientes de que "algo le pasaba", no sabían "como ayudarla". Le preguntaba todos los días y ella me respondía ‘todo bien, mamá’ y se metía en su habitación. Yo soy su madre y ella tampoco me quería preocupar, eso me ha dicho luego".

En febrero de 2021, la dirección del colegio llama a los padres ya que querían expedientar a la niña "porque se había visto envuelta en un bulo entre ella y una profesora y según el centro, la niña no había parado el rumor así que la expedientaron y la expulsaron del coro, que era lo que más le gustaba. Me pareció increíble que la criminalizaran siendo víctima de un bulo. Tenía 13 años y claro que no supo qué hacer. Hay adultos que tampoco saben reaccionar ante situaciones así", explica Laura.

En marzo de 2021 fallece la bisabuela de Lucía y la niña explota. Le cuenta a sus padres todo lo que ha vivido y sufrido dentro y fuera del colegio. Episodios que se recogen en la denuncia interpuesta en la policía donde identifica a unos agresores que la han acosado e insultado, que la han agredido y amedrentado, que la han humillado y amenazado, que la han instado a suicidarse varias veces.

Pantallazos sin audios

Eso sí, a la cría le "bailan" las fechas, ya que no ha llevado una agenda conforme se han sucedido las agresiones. Tampoco puede aportar los audios que le han enviado ya que se le rompió el móvil "y no hubo manera alguna de recuperar esas pruebas, pero nosotros sí los oímos aunque nuestro testimonio no se haya escuchado". Sí aportaron pantallazos donde se leen insultos y amenazas, pero no parecen ser pruebas suficientes porque "no constituyen infracción penal alguna, al haberse despenalizado con la reforma del Código Penal en el año 2015, el delito leve de injurias o vejaciones injustas".

"Para ser delito se requiere que causen grave menoscabo en la integridad moral de la persona", dice el fiscal

El fiscal sí reconoce en su escrito de archivo de la causa que "la víctima no estaba pasando por una buena situación personal, física y hasta psicológica", sin embargo asegura que eso "puede haber influido en su percepción de que ciertos comentarios o comportamientos de algunos de sus compañeros se hayan dirigido hacia ella de forma intencionada, para humillarla o mofarse de ella, no siendo a priori mal intencionados". Y añade: "Es evidente también que entre la víctima y los compañeros denunciados no había buena relación, por lo que merma, en cierta medida, la total credibilidad de la versión dada por la víctima".

Laura lamenta el archivo de la causa porque "nosotros actuamos enseguida, pero parece que mejor si pasa el tiempo porque si no no hay delito. Qué injusto".