Unos desconocidos profanaron en la madrugada de este sábado 24 tumbas del cementerio nuevo de Paiporta, tal como adelantó Levante-EMV en su edición digital, de las que rompieron la tapa del ataúd en nueve y extrajeron los sudarios con los restos mortales en cuatro, en un acto de vandalismo extremo con una motivación que, de momento, no ha podido ser establecida. Un forense examinará este domingo los cuerpos para comprobar si se han llevado o no restos óseos. Durante la primera inspección ocular realizada ayer por el equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Alfafar, los agentes han logrado aislar huellas y tomar muestras de restos de sangre, por lo que es altamente probable que puedan identificar y detener en breve a los asaltantes. No hay constancia, al menos por el momento, de que los vándalos se hayan llevado objetos de valor de los difuntos.

El brutal sacrilegio, de dimensiones completamente extraordinarias, fue descubierto a primera hora de la mañana de este sábado por el conserje que abre cada día el camposanto para que las familias puedan acudir a visitar a sus difuntos. La cerradura de la verja que da acceso al cementerio no estaba forzada, así que el hombre abrió con normalidad y no se percató de lo sucedido hasta que estuvo dentro y vio los primeros daños en algunas lápidas. Además, se topó con sudarios con restos cadavéricos tirados en el suelo y removidos, aunque ninguno de los cuerpos fue diseminado.

El trabajador alertó de inmediato a su superior, que le pidió que no tocara nada y avisó a la Policía Local. Al lugar acudieron patrullas de ese cuerpo y de la Guardia Civil de Paiporta que, una vez comprobado lo sucedido, solicitaron que acudiesen los especialistas de Policía Judicial.

En total, los autores del sacrilegio causaron daños en 41 nichos, profanaron 24 tumbas, dejando ataúdes y sudarios al aire, y extrajeron los del interior de cuatro de las sepulturas, que dejaron tirados en el suelo. Además, forzaron la tapa de nueve ataúdes sin sacarlos de sus nichos, dejando los cuerpos a la vista.

Una acción sin un patrón definido

No hay un patrón: rebuscaron en tumbas antiguas -de más de una década- y en otras muy recientes -de 2020-, accediendo incluso al interior de las de varios fallecidos por covid. Tampoco parece tener sentido la ubicación a la hora de elegir: dañaron y profanaron nichos de distintos niveles. Tanto de hombres, como de mujeres, y pertenecientes a distintas familias y de distintas edades.

De momento, la investigación es muy incipiente, y ni siquiera se descarta que la motivación guarde relación con ritos satánicos o de santería, aunque los profanadores no han dejado ninguna señal tras ellos que apunte a esa tesis: ni restos de frutas, animales muertos o licores, que son los elementos rituales que se suelen emplear en esos actos paganos. Tampoco pintadas o dibujos alusivos a los mismos, como en otros hechos similares protagonizados por seguidores de ritos ocultistas, como es el caso del santero detenido en abril del año pasado, dos semanas después de profanar varias tumbas en el cementerio de Moncada durante la luna llena rosa de aquel mes.

Una de las principales hipótesis que se han barajado desde el principio es el del robo, es decir, que se trate de saqueadores de tumbas, aunque el camposanto asaltado no dispone de panteones ni enterramientos ilustres que lleven a pensar a un ladrón que los difuntos pudiesen haber sido provistos de joyas importantes en su enterramiento.

La brutalidad del ataque y la manera de actuar, sin un aparente sentido y con mucha improvisación, inducen a los investigadores a pensar que es la obra de alguien enajenado y sin un objetivo demasiado claro, lo que convierte el hecho en más inusual todavía, o alguien que ha actuado con el fin de causar mucho daño, ya sea con ánimo de vengarse o de otro tipo.

Asaltaron también la capilla

Además de los nichos, el autor o los autores del asalto entraron también en la capilla, en la que causaron numerosos destrozos sin llevarse, al menos aparentemente, ningún objeto, ni siquiera los que tienen un marcado carácter religioso. Fue allí donde al menos uno de ellos se cortó mientras rompía objetos y perdió la sangre que han encontrado los especialistas de la Guardia Civil.

De la investigación se deduce que los asaltantes accedieron al cementerio escalando la puerta metálica de reja y colándose por la abertura de 30 centímetros que hay entre aquella y el arco de cemento, lo que solo es posible si se trata de alguien poco corpulento.

En cuanto a las herramientas, parece que únicamente habrían utilizado un destornillador o una palanqueta, a juzgar por las marcas dejadas en el yeso que cierra los nichos. El resto lo rompieron utilizando los fragmentos de las primeras lápidas que destrozaron a golpes. Todo apunta, a juzgar por los daños causados y el número de sepulturas violentadas, que permanecieron durante horas en el camposanto, que no dispone de cámaras de seguridad.