La Guardia Civil sospecha que Omar L. M., el conductor del autocar de la empresa Alsa que se estrelló contra una pilastra de la autopista "Y" el pasado 4 de septiembre (y que ya ha recibido el alta), pudo sufrir un ataque epiléptico en el momento del siniestro. Así lo apunta la etiología del accidente, en la que el conductor pudo sufrir un agarrotamiento que le hizo acelerar de 50 a entre 80 y 95 kilómetros por hora en pocos segundos, así como los antecedentes del propio conductor, que sufrió hace años un ataque epiléptico. La empresa desconocía esta circunstancia.

El juez que instruye el caso ha remitido un escrito a las mutuas de la empresa Alsa para pedir explicaciones por los motivos por los que este conductor estaba conduciendo tratándose de un epiléptico.

El Reglamento de Conducción establece que, en el caso de los conductores de autocar que hayan sufrido un ataque epiléptico, solo estarán autorizados a conducir previa presentación de un informe de un neurólogo que establezca que no ha sufrido un ataque en los últimos cinco años. En ese caso se le expedirá un carné de conducir válido por dos años.

La empresa Alsa ha indicado que no disponía de la citada información, ni tenía posibilidad de obtenerla. A la compañía no le consta y desconoce absolutamente que el conductor sufra o haya sufrido cualquier tipo de enfermedad que le impidiese conducir. Y esto es así porque no puede acceder a los historiales médicos de sus empleados.

El conductor disponía del carné de conducir tipo D, válido hasta 2019, estaba dado de alta en la Seguridad Social y había sido calificado como apto para trabajar por los servicios de prevención externos. Pasó el último reconocimiento el 5 de abril de 2018, y otro en 2011, 2012, 2013, 2014, 2016 y 2017. En los dos últimos años y medio no tuvo baja laboral alguna. De febrero de 2015 a febrero de 2016 lo estuvo por "enfermedad común".