Una de ellas, Victoria Soto, Vicki, de 27 años, encerró a los críos a su cargo en un baño y se enfrentó cara a cara con el asesino, que dio cuenta de ella sin contemplaciones, según explicó su primo, Jim Wiltsie, a un medio de comunicación estadounidense. Otra de las profesoras, Lauren Rousseau, de 30 años, estaba viviendo el año más feliz de su vida, puesto que por fin podía estar trabajando en un centro de Primaria, después de haber estado intentándolo durante un tiempo. Solo pudo cumplir su sueño durante unos meses.

La directora del centro, Dawn Hoschprung, de 47 años, también cayó asesinada mientras trataba de frenar a Lanza. La psicóloga del centro, Mary Sherlach, interpuso su cuerpo entre el homicida y los menores, pero Lanza no tuvo piedad.

Los supervivientes de la masacre ofrecieron ayer testimonios desgarradores. «Pensé que todos íbamos a morir», aseguró Kaitling Roig, una joven profesora a la cadena de televisión ABC. La mujer escondió a sus 15 alumnos de 6 y 7 años en el baño. «Les dije: "Sabed que os quiero mucho a todos". Y pensé que sería lo último que diría, lo último que escucharían ellos, porque creí que todos íbamos a morir», añadió. Una vez en los baños, puso un estante delante de la estrecha puerta, apagó la luz y se quedaron a oscuras. «Les dije que estuvieran completamente en silencio. Tenía miedo de que si él nos oía, entrase. Lo oímos disparar a través de la puerta.