Un olvido mortal. Un hombre ha sido detenido después de la muerte, el sábado pasado en Ciempozuelos (Madrid), de dos ancianos en el interior de una furgoneta que el arrestado conducía para trasladarlos a un centro geriátrico. Al llegar a la residencia subió primero a los que podían caminar y dejó a los fallecidos, que iban en silla de ruedas, para subirlos más tarde. Pero «se me fue la cabeza», según explicó ayer, y no regresó a por ellos. El conductor de la furgoneta es el director de la Residencia Virgen del Consuelo de Ciempozuelos, Luis Miguel Aranda.

La autopsia debe determinar la causa de la muerte de los dos hombres, mientras que el detenido, después de comparecer ante el juez acusado de un delito de homicidio por negligencia, ha sido puesto en libertad con cargos. Aparte de ir en silla de ruedas, los ancianos padecían demencia senil, de modo que el detenido era responsable directo de ellos en la distribución que el personal del centro hacía de sus pacientes.

Luis Miguel Aranda compareció ayer ante los medios de comunicación para pedir disculpas a las familias de los fallecidos y explicar los sucedido. Así, Aranda admitió «ser el único responsable» de «un error que ha traído unas consecuencias trágicas» y por el que ha pedido perdón a las familias, que fue a las primeras que avisó junto a la Guardia Civil. Del mismo modo, ha pedido disculpas también al personal de la residencia, al entender que ha «estropeado su trabajo diario». Sobre el relato de los hechos, el director del centro ha recordado que todo sucedió de la forma «más simple y estúpida que se pueda imaginar». En este sentido, ha detallado que recogió a los ancianos con la furgoneta y, al llegar a la residencia, subió primero a los que pueden caminar «porque tienen más riesgo de caída y porque alguno de ellos se puede escapar». Tras dejarlos en una sala junto a una de las cuidadoras, se dispuso a volver al vehículo a por los dos ancianos que permanecían en sus sillas de ruedas y no ha podido precisar «si fue una llamada de teléfono, una conversación con la encargada o la visita de un familiar de otro anciano» lo que le hizo que le «fuese de la cabeza recoger a los abuelos». En cuanto al hecho de que nadie percatase en la ausencia de los dos ancianos, Aranda ha destacado que «se han dado todos los factores para que pasase una cosa tan desgraciada», ya que no sólo no se volvió a utilizar la furgoneta durante toda la jornada, sino que «se debieron quedar dormidos» durante el viaje puesto que «a veces ellos mismos golpean en las ventanillas» cuando ven a alguien alrededor.

A ello ha añadido que nadie se dio cuenta de la falta por el hecho de que «hay abuelos del Centro de Día que no asisten todos los días» de la semana, mientras que los ancianos ingresados en el centro están controlados y «en media hora se les localiza» si abandona las instalaciones por medio de una de las puertas «que están siempre abiertas».

El director de la residencia ha afirmado que no fue hasta que volvió a la furgoneta cuando encontró los cadáveres, momento en el que se les trasladó a una habitación «para ver si se podía hacer algo por ellos», aunque allí se comprobó que «no se podía hacer nada». Posteriormente «se avisó a las familias y se les contó exactamente lo que pasó, al igual que a la Guardia Civil».

Del mismo modo, ha agradecido que las familias, dentro de las circunstancias, «se hayan comportado de maravilla», a la vez que ha destacado que «no es fácil encontrar a gente que, en una situación así, lo asuman como lo han hecho». Por último, ha recordado que asumirá las consecuencias.