Roma, Italia vivió ayer una de las jornadas más trágicas de su historia reciente con el terremoto de 5,8 grados de magnitud en la escala de Richter que sacudió de madrugada el centro del país, sobre todo la región de los Abruzos, y que ha dejado al menos 150 muertos y 1.500 heridos. El seísmo tuvo su epicentro a pocos kilómetros de L´Aquila, capital de la región, concretamente en la localidad de Paganica, donde no ha quedado una casa en pie, dejando a 4.400 personas en la calle. Este mismo panorama se repite en el resto de la región, donde se calcula que el temblor derribó o dejó maltrechas entre 10 y 15.000 viviendas, lo que ha obligado a evacuar a unas 100.000 personas, buena parte de las cuales han quedado a la intemperie. La ONU prepara una operación de ayuda a Italia.

La elevada intensidad del seísmo hizo que la zona, donde ha sido decretado el estado de emergencia, quedara totalmente asolada con pueblos prácticamente destruidos y edificios que llegaron a derrumbarse por completo y de los que consiguieron salir ilesos 25 estudiantes y turistas españoles.

Según el testimonio que los propios jóvenes dieron, los veinticinco, que por la tarde emprendieron viaje al aeropuerto romano de Fiumicino para volver a España, se ayudaron entre sí para poder salir vivos de la catástrofe.

Ya por la mañana, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se desplazó a la zona a bordo de un helicóptero para sobrevolar los lugares afectados, tras lo que cifró en una cincuentena el número de víctimas, número que ascendió hasta las 91 en el balance oficial que el Ejecutivo dio por la tarde ante la Cámara de los Diputados. Esa cifra se ha demostrado, desgraciadamente, muy corta.

Desde el Gobierno de Los Abruzos situaban en al menos en 100 las víctimas mortales del terremoto, aunque los medios de comunicación del país elevan el balance hasta más de 150 fallecidos, citando fuentes hospitalarias de L´Aquila, una ciudad del siglo XIII con una población de 68.000 habitantes.

El hospital de la ciudad se quedó pequeño para poder atender a los cientos de heridos y los facultativos tuvieron que atender a muchos de ellos en plena calle. Además, de los nueve quirófanos del centro, sólo uno quedó operativo, lo que limitó gravemente las posibilidades de intervenir a los heridos.

Italia entera contempló ayer conmocionada la magnitud de una tragedia que algunos se preguntan si pudo haberse evitado, pues varios son los movimientos telúricos menores registrados en la región en las últimas semanas. De hecho, dos sacudidas menores precedieron en la pasada noche al gran terremoto, que pudo sentirse desde la región de Emilia Romagna y hasta Nápoles, y otros temblores se sucedieron luego, haciendo necesario que los evacuados quedaran en espacios abiertos. Berlusconi, en una rueda de prensa organizada en la capital del horror junto al jefe de la Protección Civil de Italia, Guido Bertolaso, negó que se hubiera podido haber previsto la tragedia que finalmente se ha producido en el país.

Es el terremoto más grave en Italia desde el registrado en 1980, cuando un temblor en la región de Campania (cuya capital es Nápoles) dejó 2.735 muertos. En 1997, otro seismo mató a 11 personas en Asís y causó graves destrozos en la basílica de San Francisco, con sus famosos frescos de Giotto.También hubo temblores en Sicilia (13 muertos) y Campobasso (30 fallecidos) en 1990 y 2002.

Más allá de lamentos y posibles explicaciones, las autoridades italianas se centraron rápidamente en intentar rescatar el mayor número posible de supervivientes y en atender a los evacuados, entre ellos, muchos ancianos, quienes tuvieron que soportar en la calle un sol de justicia. Ya por la noche, tuvieron que hacer frente a la lluvia y a temperaturas más bajas, que obligaron a muchos a pensar en dormir en sus coches, ya que las tiendas de campaña habilitadas en los centros deportivos de L´Aquila no eran suficientes.