Roma, Uno de los supervivientes españoles, el estudiante Manuel Benítez, tuvo que saltar desde la ventana de su casa, en un segundo piso, para escapar del edificio, en el centro histórico. Según explicó Benítez, él y sus compañeros de piso intentaron «romper uno de los muros de la casa con un martillo», sin resultado, y tuvieron que permanecer en el edificio durante dos horas y aguantar «doce o trece réplicas».

Otro de los estudiantes españoles, les proporcionó una cuerda que ataron a una mesa de gran peso que se encontraba en el interior de la casa y por medio de la cual descendieron hasta la calle. A pesar de las dificultades de comunicación que existían en los momentos sucesivos al terremoto, los veinticinco españoles que había en L´Aquila se encontraron y ayudaron por medio del teléfono móvil para reunirse en la plaza donde esperaron a la llegada del autobús fletado por el Consulado español en Nápoles. Benítez sólo recuerda escombros y gente sangrando en la calle.