España llega al cónclave con cinco cardenales y pocas opciones

Cinco cardenales españoles (aunque uno accede al Cónclave como arzobispo de Rabat), entrarán en la Capilla Sixtina el próximo miércoles, 7 de mayo, para elegir a pontífice que sucederá al Papa Francisco.

Pese a ser una nación tan católica como para recibir los adornos de "luz de Trento, martillo de herejes y espada de Roma", las opciones españolas han tenido muy poco peso a lo largo de la historia, salvo que se amplíe el concepto a purpurados nacidos en España.

En cuanto a la difusión de sus nombres, sólo en el caso de Fernández Artime se ha producido la excepción de ser recogido en quinielas internacionales, por ejemplo en Canadá.

El más veterano de los españoles, Carlos Osoro Sierra, cántabro nacido en Castañeda el 16 de mayo de 1945, accederá por unos pocos días de margen al Cónclave que se inicia el próximo siete de mayo. Su proximidad a cumplir las ocho décadas podría considerarse un inconveniente para ser elegido, aunque la veteranía, incluso extrema, no haya sido en la historia un inconveniente insoslayable. En el año 678 Agatón fue elegido con los 100 años cumplido. Sólo duró un par de años. Pero viniendo a tiempos contemporáneos, Juan XXIII, cardenal Roncalli, de Venecia, contaba en 1958 76 primaveras más 337 días cuando subió a la silla de Pedro, en la que permaneció hasta el verano de 1963.

El alemán Joseph Ratzinger fue elegido como Benedicto XVI en 2005, a sus 80 años y tres días, y el argentino Bergoglio alcanzó el solio pontificio en 2013 con76 años y 86 días.

Así pues, la barrera de los 80 años parece el límite más razonable a partir del siglo XX.

Pero en el caso de Carlos Osoro no sólo cuenta la edad, sino que durante sus últimos años como cardenal arzobispo de Madrid, que fueron para él muy complicados, manifestó sufrir pérdidas de memoria. Fue pastor de Madrid entre 2014 y 2023.

Su sucesor en la capital fue el jienense José Cobo Cano, de 59 años. Fue "creado" cardenal inmediatamente en marzo de 2024. En su caso la juventud es un obstáculo, aunque Karol Wojtyla accedió al papado con 58 años como Juan Pablo II.

A Osoro le sigue en edad Juan José Omella, turolense de 79 años y arzobispo de Barcelona (habla catalán). En 2023, el Papa Francisco lo sumó al consejo de cardenales que le acompañó durante todo su pontificado.

El Almeriense Cristóbal López Romero tiene ya años y es arzobispo de Rabat (Marruecos). Es salesiano (al igual que Artime), estudió Periodismo en Barcelona y fue misionero 18 años en Paraguay.

Las razones de Ángel Fernández Artime

El perfil español más destacable, por reunir condiciones especiales, es el de Ángel Fernández Artime.

Nacido el 21 de agosto de 1960 en Luanco (Asturias), Artime suma 65 años, que estrictamente le distancia en dos lustros de los setenta largos de los últimos dos papas.

Sin embargo, a finales de los agitados años setenta el segundo Cónclave de 1978 eligió a un papa de 58 años, Juan Pablo II.

Hijo de pescadores de la Villa de Luanco, Artime pudo acceder a los estudios en centros de los salesianos, cuyo nombre técnico es de Salesianos de Don Bosco, por su fundador. Llegó a la universidad para licenciarse en Teología Pastoral, Filosofía y Pedagogía.

Dentro de la congregación salesiana, tras sucesivos cargos de responsabilidad, llegó a ser rector mayor de estos, es decir superior general de los hijos de Don Bosco. En dicho cargo dio varias veces la vuelta al mundo visitando los centro educativos de la congregación, lo que le proporcionó un conocimiento de la Iglesia poco frecuente en los eclesiásticos.

Su atractivo personal como pastoralista y educador es innegable.

Inmediatamente después de crearle cardenal, el Papa Francisco, a quien conocía desde sus años como provincial de Argentina Sur, en Buenos Aires, fue nombrado miembro del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en calidad de Pro Prefecto, y no de prefecto, ya que este cargo está encomendado a Simona Brambille, de 59 años y perteneciente a la congregación femenina de Misioneras de la Consolata.

El hecho de que un cardenal ocupe un cargo del Vaticano bajo el mando de una mujer es completamente inédito en la Santa Sede.

Además de su carisma personal, atestiguado por quienes han asistido a sus actos religiosos o civiles, la pertenencia a la congregación de los salesianos le favorece por el aprecio eclesiástico a estos religiosos.