Educación y crianza

Sara Desirée Ruiz, educadora social: "No juzgues ni la ropa ni el pelo ni las amistades de tu hija adolescente"

Sara Desirée Ruiz, autora de ’Te necesita aunque no lo parezca’.

Sara Desirée Ruiz, autora de ’Te necesita aunque no lo parezca’. / Anna García

Olga Pereda

La adolescencia -la etapa más compleja de la vida humana- lleva por el camino de la amargura a muchos padres y madres que miran perplejos a sus hijos de 13, 14, 15 o 16 años y se preguntan, asombrados, dónde está su bebé, ese ser tierno que no hace mucho les inundaba a besos. ‘Te necesita aunque no lo parezca’ (editorial Grijalbo) es el sugerente título del nuevo libro de Sara Desirée Ruiz, diplomada en Educación social, especializada en personas adolescentes y autora de 'El día que mi hija me llamó zorra'. La divulgadora y orientadora ofrece una serie de recomendaciones para el día a día, aunque recuerda que “nada es fácil” y que “cada familia hace lo que puede”.

En las librerías hay infinidad de manuales de crianza, pero realmente donde se necesita ayuda y orientación es en la adolescencia. ¿Por qué estamos tan despistados los padres y las madres? Es una etapa compleja en la que habitualmente pasan cosas que no esperamos. En la infancia, todo sucede de una determinada manera y las etapa se van cumpliendo. La adolescencia tiene cambios complejos e imprevisibles. No sabemos cómo se van a sentir nuestras hijas y qué harán, cómo reaccionarán. Podemos pronosticar por dónde irán los tiros, pero vagamente. Es importante que las familias se preparen.

Recomienda desterrar mensajes como “eres sucia”, “eres vaga”, “no estudias” o “vaya música escuchas”. ¿Por qué otras frases las sustituimos? Lo normal es que el dormitorio de una persona adolescente no esté ordenado. Pasa igual en la infancia, pero ahí no nos molesta. Su cuarto es la expresión de su identidad, que ahora mismo es un caos. No pongas etiquetas. Dales motivos para que ordenen. Y si no quieren ordenar, cierra la puerta. Eso sí, no limpies tú. Ni tampoco eches su ropa a lavar. Las normas de convivencia de cada casa hay que trasmitirlas y respetarlas.

Los padres dejamos de ser sus referentes, lugar que ocupan sus amigos. Si alguna amistad no nos gusta ¿qué podemos hacer? No hables de esas personas sino de sus conductas. Mi experiencia confirma que cuando les decimos no me gusta tal o cual amigo nos rechazan y hacen lo contrario de lo que les estamos diciendo. Las adolescentes se estresan y se ponen más a la defensiva.

¿Cómo podemos quedarnos a su lado sin invadir su espacio? Imagínate que la ves aparecer con cierta ropa que te desagrada o con un corte de pelo que no te gusta. Evita los comentarios feos. Pregúntale si se siente cómoda. Pero no juzgues ni critiques. Reflexiona con ella.

¿Cuándo debemos entrar en acción? Si tu hija adolescente siempre hace comentarios negativos, como “soy fea”, “no apruebo nunca”, “soy tonta”, debes recoger lo que dice. Te puedes sentar con ella y asegurarle que, efectivamente, debe ser duro lo que está sintiendo. Luego se lo tienes que devolver. Es decir, dar perspectiva, que ella vea diferentes modelos y buscar referentes. Si ves que se esconde tras la ropa o que tiene comportamientos raros, pide ayuda profesional. Ojalá normalicemos ir a psicoterapia. 

Nos recomienda abrazarles, pero sin esperar nada a cambio. Qué duro. Es durísimo, sí. A veces quien necesita ayuda no es la adolescente sino su madre o su padre. Tenemos el recuerdo de su infancia y escuece mucho que ahora nos miren con cara de asco. Nos debe quedar claro que todo esto es temporal. Mi mensaje es: estáte ahí. Presencia, presencia, presencia. Eres la persona que le da seguridad. No pierdas el norte por no recibir lo que te gustaría recibir. La adolescencia no es el momento en el que vas a perder a tu hija, solo es una etapa de cambios.

¿Qué implica escuchar activamente, otro de los consejos que nos da en su libro? La escucha activa no depende solo de lo que te dicen, también de lo que ves. Va más allá de las palabras. Observar a tu hija es escucharla activamente. Ella tiene que sentir que la escuchas. Implica mirar a los ojos, estar ahí, mostrar interés por lo que te cuente aunque a ti te parezca una chorrada.

Hay que seguir marcando límites y líneas rojas, ¿no? Por ejemplo, si yo no quiero que se haga un tatuaje, ¿se lo debo prohibir? Yo recomiendo no decir que no de entrada. Siempre puedes lanzar la frase de “hazlo cuando tengas 18 años”. Pero abres el campo para varias cosas: enfadarse, que se lo haga a escondidas, o que nada más cumpla los 18 sea lo primero que haga. Mi consejo es que antes de tomar la decisión, busquemos información juntas. Que sepa que que un tatuaje es una herida que necesita cuidados.