Cada año más de 35.000 personas mueren en Europa como consecuencia de infecciones relacionadas con superbacterias resistentes a los medicamentos antibióticossegún las últimas estimaciones del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC en sus siglas en inglés). La cifra supone un aumento significativo respecto a estimaciones anteriores. "Estamos viendo aumentos preocupantes en el número de muertes atribuibles a infecciones con bacterias resistentes a los antimicrobianos, especialmente aquellas que son resistentes al tratamiento antimicrobiano de última línea", ha admitido la directora del ECDC, Andrea Ammon, en vísperas del Día Europeo para un Uso Prudente de los Antibióticos, que se celebra el 18 de diciembre. 

La Comisión Europea reconoce que la resistencia a los antimicrobianos es uno de los "mayores riesgos" para la salud humana -con un coste adicional de 1.500 millones en gasto sanitario y pérdida de productividad, según la OCDE- y una de las tres principales amenazas para la salud a juicio de la Autoridad de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias de la UE. De ahí la intención de Bruselas de presentar una propuesta de recomendación para revisar la legislación farmacéutica en el primer semestre de 2023. En el marco del programa Horizonte 2020, la UE ha movilizado, además, más de 690 millones para apoyar la investigación y la innovación en materia de resistencia antimicrobiana.

Detrás de esta abultada cifra se esconden nada más y nada menos que 100 muertes al día y un enorme desconocimiento entre la población europea sobre el poder de los antibióticos. La mitad, según un Eurobarómetro de la Comisión Europea realizado entre febrero y marzo de este año y publicado este jueves, sigue creyendo erróneamente que los antibióticos matan a los virus y solo 3 de cada 10 saben que el uso innecesario de los mismos los hace ineficaces, que la toma de los mismos solo debe cesar una vez que se ha completado todo el tratamiento, que a menudo provocan efectos secundarios y que no son eficaces contra los resfriados. 

"Los antibióticos matan bacterias, no virus. El uso excesivo de antibióticos alimenta la resistencia de las bacterias a nuestros medicamentos. Esta es la razón por la que la resistencia a los antimicrobianos se considera a menudo como la próxima gran crisis sanitaria", ha recordado la comisaria de salud, Stella Kyriakides, que ha animado a ciudadanos y a profesionales sanitarias a trabajar en el esfuerzo colectivo de luchar contra "la pandemia silenciosa" que es la resistencia a los antimicrobianos. Desde reducir un uso innecesario hasta mejorar las prácticas de prevención y control de infecciones, diseñar y aplicar programas de administración de antimicrobianos y garantizar una capacidad microbiológica adecuada a nivel nacional.

Tendencia creciente

En general, los últimos datos muestran tendencias significativamente crecientes tanto en el número de infecciones como de muertes atribuibles para casi todas las combinaciones de resistencia a los antibióticos de las bacterias, especialmente en los entornos sanitarios. En 2021, por ejemplo, el número de casos notificados de especies de Acinetobacter resistentes a diferentes grupos de antimicrobianos fue más del doble (+121%) que la media de 2018-2019. También aumentaron significativamente los casos de Krebsiella pneumoniae resistentes a los carbapenems -un antibiótico que se suele utilizar como último recurso frente a patógenos difíciles de erradicar presentes en entornos sanitarios- con repuntes del 31% en 2020 y del 20% en 2021.

Otro dato preocupante es el aumento de los casos notificados de Candida auris -un patógeno que causa brotes de infecciones invasivas asociadas a la atención sanitaria y puede ser resistente a múltiples agentes antifúngicos- que se duplicó entre 2020 y 2021 y fue considerablemente mayor que en años anteriores.

Una evolución que choca con la disminución del 23% en el consumo total de medicamentos antimicrobianos registrada en el periodo 2012-2021. Pese a este logro, en el mismo periodo se registró un aumento del consumo de antibióticos de amplio espectro, particularmente en los hospitales, y se duplicó el uso de antibióticos de reserva, aquellos que se utilizan como último recurso para tratar infecciones multi-resistentes confirmadas o sospechosas.